Cosas que molestan

05 dic 2019 / 09:06 H.
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Ya se sabe que a Pablo Iglesias le cae muy mal, le molesta una barbaridad, que haya ricos que hagan donaciones para causas benéficas de interés social general. Al líder de Unidas Podemos le sienta como un tiro que un empresario rico, como Amancio Ortega, done docenas de millones de euros para mejorar las tecnologías en la sanidad pública, construir centros geriátricos en Galicia y otros detalles solidarios buscando el bien común. Iglesias parece entender mejor que un correligionario tenga un empleado sin dar de alta en la Seguridad Social o que su mujer exija en demasía a una empleada de hogar. Esto para él es más normal y entendible. Que un millonario done dinero es una mísera limosna, una afrenta imperdonable. Pues Pablo Iglesias no lo tiene que estar pasando bien, porque aparte de la ansiedad que le agobia por saber si será vicepresidente del Gobierno o no, tiene que seguir soportando que Amancio Ortega, el fundador de Inditex y Zara, siga aumentando su presupuesto de donaciones para obras solidarias. Y se ha conocido la noticia de que otro supermillonario, Jeff Bezos, fundador de Amazon, ha donado 90 millones de euros a repartir entre 23 organizaciones benéficas de EE UU que trabajan para atender a personas sin hogar. Otro disgusto para el líder podemita. Es verdad que a estos superpotentados les cuesta menos esfuerzo donar ese dinero que a mí darle dos euros a mi amigo Pepe cuando me lo encuentro por la calle. Pero si hace pocas fechas, con ocasión del “Día Mundial de los Pobres” el propio Papa Francisco resaltaba el olvido que sufrían los marginados por parte de los ricos, habría que celebrar que algunos ricos tengan detalles de solidaridad con los pobres, aunque todos entendemos que podrían hacer mucho más. Un regalo hecho con amor o simplemente con buena voluntad siempre hay que agradecerlo. Por eso es tan hermoso este mes de diciembre en el que el influjo de la Navidad abre las puertas de tantos corazones que se empeñan en hacer felices a los demás aunque sea con muy pequeños detalles, porque esos detalles, por insignificantes que sean, no pueden molestar a nadie. No me extraña que pensando como lo hace Iglesias, Sánchez haya llegado a decir que si lo tuviera de vicepresidente le quitaría el sueño. A mí también me lo está empezando a quitar, aunque para eso ya tengo los calambres que cada noche me proporciona el mestinón.

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