Corresponsabilidad, nada más

    23 oct 2022 / 16:00 H.
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    Sí, soy machacona, lo sé; sí, adoro hablar de feminismo y de educación, pero es que soy mujer y docente. Sí, parece que la vida gira en torno a estos dos temas... Pero es que solo formando personas con pensamiento crítico y educadas en igualdad se logra una sociedad digna de ser llamada como tal. Hace unos días me decía un amigo que qué pesada soy con la distinción de género, que si al dirigirme a mi alumnado también lo hacía y que si no se reían de mí. Los ojos como bandejas de canapés se me pusieron ante lo que para mí fue una absurdez de pregunta, porque, obviamente, mis alumnas y mis alumnos saben que de lo que no se habla no existe y, aunque es cierto que el masculino se puede usar como genérico, no está de sobra nombrar a las alumnas y no solo cuando queremos no incluirlas en el grupo de los chicos. Y, oye, que mi alumnado de primero de la ESO lo entiende, pero mi amigo de cuarenta y tantos dice que no, que es una absurdez... En fin, cosas que pasan y que no me canso de repetir porque no es cuestión de ser más, sino que de lo que se trata es ocupar el lugar que nos pertenece, reivindicar nuestro espacio y hacer ver a la sociedad que mujeres y hombres estamos al mismo nivel, ni sexo débil ni sexo fuerte, que el término personas es genérico y es femenino...

    Como madre que ha ejercido la maternidad en solitario, sin otro progenitor y sí con mucha ayuda de mi familia y de la gente que me quiere, me molesta sobremanera ver cómo en todos los documentos referidos a educación sale eso de “padre, madre o tutor legal”, porque ya poner tutora legal es como que casa a la vista, me cansa porque llevo casi trece años teniendo que explicar mi maternidad como si fuera un caso extraordinario, cuando es una situación totalmente normalizada. Como docente, me cansa ver eso de “tutor legal 1” y “tutor legal 2”, para luego conocer en un noventa por ciento de los casos a las madres de mis discentes, porque, aunque trabajemos fuera de casa, tenemos una especie de obligación cultural a ser nosotras las que nos encargamos de ese trámite académico de las tutorías y demás cosicas que se inventan desde los centros educativos para mantener el contacto entre las familias y los docentes. Pocos, muy pocos son los casos en los que acude el progenitor padre, pero, eso sí, seguimos, también por educación social, el nombre de ellos para las comunicaciones formales. ¡Ojo!, que no estoy diciendo que los padres no se impliquen en la educación de sus hijos y sus hijas, ni mucho menos, porque sí que lo hacen, solo que la sociedad nos ha enseñado que él para las cosas “oficiales” y nosotras para los “trámites”. Somos las familias, seamos el tipo de familia que seamos, las responsables de enseñarles a nuestros hijos y a nuestras hijas la importancia de la corresponsbilidad, y para ello es imprescindible trabajar desde la casa, desde las aulas y desde el feminismo, con el fin de construir una sociedad que deje los estereotipos culturales en el pasado.

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