Con M de Maestra

Desde la inocencia propia de la infancia, las miraba y las admiraba. Observaba a aquellas mujeres, sus encuentros en torno a un café, sus charlas, su elegancia y saber estar. Las veía rodeadas siempre de la algarabía de los alumnos en el patio del colegio derrochando cariño, disciplina y vocación a partes iguales. Siempre me he sentido afortunada de haber estado muy cerca de aquellas maestras y más orgullosa aún por ser hija de una de ellas. Sin embargo, la vida y sus leyes nos obligan a despedirnos de quienes han de partir y así, al igual que se nos va el año, silenciosamente, nos has dejado tú, doña Anita, con ese diminutivo que, paradójicamente, os hacía más grandes. Y te has ido en un día frío, “ligera de equipaje” pero henchida de amor y de cariño, de buenos recuerdos compartidos y haciendo honor a la M de gran Maestra y de gran Mujer. Guardaré en el “cuarto de atrás” que todos tenemos en nuestro interior tus mensajes como crítica literaria y no dudes de que alguna nota musical de quien tanto querías te llegará allá donde estés. Cuando miremos las estrellas esta Navidad, como leemos en Galdós, pensaremos que son las miradas de los que se han ido y nos verás y te veremos.