Como agua de mayo

    10 may 2016 / 18:00 H.

    Así es como parece haber llegado la campaña electoral para todos los partidos políticos. Llueve y, automáticamente, empieza a bajar el precio del aceite, con tal virulencia que ni mil hordas de políticos ávidos de escaños serían capaces de detener tal barbarie. Vivimos al día hasta para calcular la cosecha venidera. Y es en este mes de flores, alergias, alegrías, cruces y comuniones, en el que cada gota es celebrada como un gol en el descuento, ha empezado con premura la precampaña pre... electoral de los precandidatos a la presidencia del Gobierno. Con la promesa (ya empezamos) de la austeridad como denominador común, con la certeza (en la guerra, el amor y política vale casi todo) de no hablar del fracaso de las no negociaciones de los no negociadores para no hacer coaliciones (aparte de eso y criticarse poco más han hecho las criaturas), y con una inusitada frescura de ideas al más puro estilo “más de lo mismo”, el español de a pie se prepara a escuchar lo mismo de los mismos y me suena que con el mismo resultado. ¿Y si el futuro nos depara el día de la marmota? ¿Algún candidato habrá sabido leer entre líneas? Es más, ¿sabrá leer algún candidato y, sobre todo, escuchar lo que sus electores le han querido decir (incluso no decir)? Me da que la repuesta a todas esas retóricas preguntas es la misma. Y si la ecuación de “x” igual a presidente de gobierno, cuando “x” tiende a sentarse en el trono de hierro y fuego, “x” puede entrar en bucle si mezclamos churros con porras y churras con merinas. Que ahora son muy malos los que antes eran coleguitas, y mientras papá no se hable con mamá, el domingo no comemos arroz. Como mucho, paella. Paella con mucho cariño, pero poco sabor, que pudimos degustar este fin de semana en esa fiesta solidaria de Cáritas. Esos sí que hacen por los demás. Son solidarios. Y sin medallitas, ni papeletas. Esos, y los padres que altruistamente trabajan por los coles de sus hijos. Y tantos y tantos que silenciosamente hacen que este mundo sea un poco mejor. Porque yo, cada vez que hablo de política con alguien, ratifico mi heroica teoría de que el que nace lechón...