Comer bien
Uno de los placeres de la vida es sin duda el comer bien. No es un placer que esté al alcance de todos los españoles, puesto que cada día es mayor el número de los que para poder comer algo, lo que sea, no solo es un placer, sino una suerte también. Hay otro numeroso grupo de personas que teniendo qué comer, no pueden hacerlo, al menos con placer. Estos son los que andan fastidiados con el mal estado de su dentadura. Entre estos he estado yo algún tiempo. Contar con una dentadura nueva y en condiciones me ha costado varios viajes a Torredonjimeno, siempre acompañado de mi fraternal amigo Gustavo, donde el estomatólogo Román Iglesias —mi buen amigo desde entonces— ha permitido que pueda hacer el ejercicio tan vital de masticar los alimentos. Este periplo por la clínica dental me llevó a conocer al protésico dental que realizó la pieza que hoy me da de comer y, sobre todo, me permite seguir sonriendo.
Este hombre, grande, campechano y cercano, se llama Andrés Manuel Padilla Martínez, nacido en Jaén en 1960. Hasta los 10 años vivió en Villardompardo, donde su padre, Andrés Padilla Parras, era director de la Caja Rural.
Sus estudios empezaron encaminados para ser perito agrícola, pero su cuñado Rafael García, médico cirujano y estomatólogo, le recomendó que cambiara de vía y estudiara para protésico dental, especialidad para la que demostraba excelentes cualidades. Hizo estudios en Valencia y, con la titulación bajo el brazo, regresó a Jaén, donde empezó a ejercer en 1987. Después, en 2013, amplió su laboratorio y se trasladó a la avenida de Muñoz Grandes, donde continúa desarrollando su labor ayudado por sus hijos Marta y Andrés, este técnico superior en Prótesis Dental.
En este laboratorio visité en dos ocasiones, recientemente, a esta familia realmente acogedora y simpática, que trabaja unida rodeada de docenas de blancas dentaduras que invitan a sonreír. Andrés, casado con Amalia Cano, tiene un tercer hijo, Gonzalo, que a sus 16 años aún no ha decidido hacia dónde encaminará sus estudios. Para Andrés, la familia es su principal afición y vocación y a ella dedica el poco tiempo que tiene libre y, cuando puede, le encanta pasear por el campo y, sobre todo, si puede hacerlo sobre su moto de trial, una vieja afición que tiene bastante olvidada.