Colores y sombras

    10 oct 2017 / 10:23 H.

    Cuando a tu alrededor encuentras odio, censura, tiranía, ignorancia y salvajismo, no hay ningún color del que estar orgulloso, salvo que seas uno de ellos. Ahora nuestros balcones vuelven a estar vestidos de gala, tanto como en el mundial. No es que me moleste que la gente airee sus banderas, lo que me frustra son los motivos por los que suelen hacerlo: por los éxitos deportivos, el odio hacia otro sentimiento nacionalista ajeno, o para conjuntarse el modelito con una bonita pulsera. Raramente ninguno de ellos la ondea para luchar por las cosas que realmente importan, por los pequeños y determinantes detalles que día a día suponen la grandeza de una tierra y de su sociedad. Tal vez el hecho de que nuestra bandera actual sea heredera de un régimen dictatorial y asesino tenga algo que ver. Y quizás por eso pocos se apaciguan con las palabras del rey al que representa dicho trapo, especialmente cuando su pueblo quiere hablar y es silenciado con violencia. Es triste pensarlo, pero hoy más que nunca, tengo muy claro que aún no sé de qué color es mi bandera.