Buena gente
No podía ser de otra forma. Después de un año tan falto de buenas noticias, de alegrías, de ilusiones, que fueron barridas por el desencanto, la falta de perspectivas alentadoras y de proyectos incumplidos por falta de ayudas, he decidido escribir mi penúltima brisa del año hablando de gente buena, como este joven al que conozco desde hace poco más de dos años y que ha conseguido transmitirme la esperanza de que se puede tener confianza en las nuevas generaciones, porque mi buen amigo Manuel Escudero Fernández es un chaval en el que la cultura, la educación, la simpatía y la sencillez conviven y fluyen de él como un torrente de humanidad que te gana y siembra en ti una semilla de amistad que crece fresca y fértil como la yedra. Con Manuel, a pesar de la diferencia de edad que nos separa, puedo hablar como si se tratara de un amigo de toda la vida. Sabe escuchar y apostillar la conversación con conocimiento y mesura. Me gusta tomarme una copa con él, aunque Manuel prefiere la Coca-Cola. Hablamos de la vida de ayer, la que yo viví, y la de hoy, en la que él está más puesto. Y es curioso que solemos hablar en ocasiones de su padre, a quien no conozco personalmente, pero sí he leído alguno de sus deliciosos libros de poemas. Manuel estudió toda su adolescencia en el Colegio de Hermanos Maristas para terminar licenciándose en Química, en la Universidad de Jaén, especializándose tras un Máster en el tema del aceite de oliva. Actualmente, imparte clases particulares de Ciencias, en su propio negocio —Escudero Clases—, donde prepara a jóvenes para Bachiller y Selectividad, un trabajo que le apasiona y le satisface porque le entusiasma ayudar a los estudiantes a conseguir sus sueños.
Mi amigo Manuel también tiene sus propios sueños que deja entrever en sus versos y en sus escritos, otra de sus grandes pasiones que viene cultivando desde que era pequeño y que ya le supuso ganar el primer premio en un certamen literario organizado por el Colegio de Químicos de Andalucía. Y, por si fuera poco, también está entregado al Real Jaén del que es fiel seguidor y socio, su equipo del alma con el que sufre y goza, aunque en los momentos más desalentadores se reconforta con la música de Los Secretos. Un buen tipo que ojalá me encuentre muchas veces en el nuevo año.