Botellón

    04 ago 2022 / 16:00 H.
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    Estoy veraneando en Torre del Mar y observo cómo sigue navegando, viento en popa, el botellón que tan mal se inventó en décadas atrás y prendiendo como fuego estival continuado entre las nuevas generaciones de adolescentes, aquí y en otras muchas ciudades y pueblos de nuestra querida España, sin que nada ni nadie pare esta ignominia o desacierto.

    Desde luego, como sociedad hemos fracasado estrepitosamente en este crucial asunto, pues por intereses espúreos de diversa procedencia y calibre no se pone remedio a este mal social —ya endémico— en el que los jóvenes se encuentran inmersos y, por desgracia, tan a gusto, sin prever las consecuencias personales y sociales, presentes y futuras, que ello les puede conllevar en un futuro no tan lejano.

    Debe ser súper difícil ponerle freno y buscar otras alternativas más lúdicas y seguras de diversión, entretenimiento u ocio, cuando ninguna autoridad consigue su erradicación.

    El dinero que mueve el botellón y los intereses partidistas, con el marchamo de progresistas que conlleva, lo impiden. Siempre habrá quien lo defienda “por el bien de la juventud” (¿?) que lo practica asiduamente. Estamos en una sociedad de locos y nadie quiere solucionar el espinoso tema del botellón.

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