Banalizar la democracia

31 may 2023 / 09:00 H.
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Con esfuerzo acompañada por sus familiares se dirige con su andador a la mesa electoral. Delgada, estatura mermada por los años, Carmen Fernández dice que nació en el 1931, en democracia, y quiere vivir y ejercerla. Por eso tiene claro que debe votar. En la mesa electoral las personas al ver su documento de identidad se sorprenden de su insistencia y deseo a sus 92 años. Llama la atención que se la observe desde el supuesto cariño social con el que se ve a las personas mayores en su cuarta edad, o peor aún, desde el paternalismo sin considerar que hay un aprendizaje tras su acción. “La principal amenaza de la democracia no es la violencia ni la corrupción o la ineficiencia, sino la simplicidad”. Afirma Innerarity. Hay una distancia entre el modo de explicar la realidad y lo que a las personas se les relata y perciben. No se comprende. ¿Existe un déficit formativo en herramientas para analizar la situación? o ¿estamos evolucionando al analfabetismo funcional por no entender en que me afecta la política y de ahí la desafección hacia los agentes políticos, la falta de conciencia de mis intereses e identidad como grupo social y clase? No basta adoptar buenas medidas que se perciban a corto o medio plazo. Las acciones y propuestas deben ser entendibles en una sociedad compleja globalizada como la que vivimos. Las primeras semanas está bien decir que la invasión de Ucrania ha generado subidas de precios. Si bien, en cuanto los focos de las cámaras se desplazan a otro interés, lo que se percibe es que el tomate es caro y no me llega para ensalada. Un proceso electoral no puede simplificar la realidad a emociones lejos de la realidad al igual que ilusionistas. Entre el darwinismo social del “aquí no hay pobres, yo nos lo veo por la calle” —haga turismo por Madrid y compruébelo usted— “el sí podemos” del narcisismo de sus líderes, mensajes inmediatos y artificiales, expresar ideas de odio que sitúan al adversario como enemigo a aniquilar, esconder debates reales desde mensajes intranscendentes que no comunican nada, terminan por banalizar la democracia. Perdemos la referencia de los principios de búsqueda de la igualdad y la equidad entre personas. La idea no es imponer mi interés a costa de lo que sea, porque he conseguido más votos. Aunque sea jugando con las expectativas, necesidades, emociones y deseos de la ciudadanía. La democracia es un modo de dar forma a una convivencia más igualitaria lograda tras un recorrido de rebeliones y conflictos, en la que ha habido que dar forma desde medidas fiscales, herramientas legales e instituciones que garanticen el acceso a esa igualdad. No se puede banalizar desde discursos ajenos a lo que es el interés común o pretender que los intereses de un líder son los del colectivo. La democracia es mayoría de edad, no paternalismo. Hay que cuidarla ejercerla y exigirla. Los agentes políticos son responsables de que el relato sea veraz y permitir que las instituciones y los poderes del Estado funcionen para no paralizar y frustrar a la ciudadanía. No debemos dejar que el esfuerzo de todas las Cármenes de España se vea ninguneado porque su interés y su voto quede para justificar la estadística sin más o en la basura. Hay que mirar detrás de sus acciones para entender que la democracia es consolidar una sociedad de derechos para avanzar en la igualdad que no nos fue regalada.

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