Autonomías, para qué
Me impactó la reflexión de Antonio Martín Mesa el 15 de septiembre sobre las Autonomías, que este verano han sido el perejil de todas las salsas a propósito de su financiación, quitas, privilegios y, principalmente, porque las casi 400.000 hectáreas calcinadas en varias comunidades y los estragos de la Dana de Valencia pusieron de manifiesto la clara ineficacia —unos por otros— en la prevención y remedio a las calamidades naturales. Recojo la pregunta que formulaba el sabio profesor, ¿a quién corresponde prevenir y afrontar las catástrofes derivadas de fenómenos naturales? Por encima del fácil recurso de utilizarlas como arma arrojadiza de tirios y troyanos se impone una reforma normativa al nivel que corresponda, priorizando la eficacia. Si después de casi medio siglo y del dispendio presupuestario que generan las 17 Administraciones no son claras las competencias, o las Autonomías no pueden o no saben prevenir y enfrentar los graves infortunios, algo se está haciendo mal y habrá que repensar la configuración del Estado Autonómico y la redistribución competencial; y si no somos capaces, habrá que volver a Javier de Burgos y al centralismo jacobino francés, que tampoco les va mal a ellos.