Arrimar el hombro

17 mar 2022 / 16:49 H.
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La palabra mágica de los tiempos que corren es la colaboración, ya que los problemas que se han superpuesto a lo largo de este siglo trascienden de las naciones, e incluso los continentes. Se trata de solicitar la ayuda a personas o grupos para conseguir que los efectos desfavorables de esta serie de acontecimientos, sean asumidos por todos, respetados por todos y atendiendo a las necesidades de las personas mas vulnerables. Se trata de esto: de arrimar el hombro. Aquí y ahora se está produciendo la teoría de Los Tres Cisnes Negros, de este nuevo siglo XXI: La crisis económica de 2008 de la que aún no estamos recuperados, que se saldó con un empobrecimiento general y con un enriquecimiento brutal de las grandes corporaciones económicas y de sus allegados. Paro, endurecimiento del mercado laboral, recortes y pérdida de derechos sociales.

La pandemia del 2020 se ha saldado con millones de muertos y ha puesto nuevamente al descubierto las desigualdades en el mundo y ha expuesto con claridad las diferencias que existen
entre vivir y pertenecer al primer mundo y las de vivir y pertenecer al tercer mundo. Derechos para los primeros y caridad o solidaridad para los últimos. Ahora, tocada la pandemia de la covid-19, que no hundida, aparece el terrible cisne de la guerra, que hace peligrar la zona de democracia, prosperidad y derechos que nos dimos después de la Segunda Guerra Mundial. Ucrania está siendo atacada e invadida por Rusia, y ahora espantados los europeos, no debemos perdernos una vez más en los debates de si son “churras” o “merinas”. Quien invade otro país es Rusia y conviene no olvidarlo nunca ni plantear excusas a esta agresión injustificable.

Se trata de ayudar a Ucrania a defenderse, y si es posible repeler la agresión y para ello todos los medios, las armas, el apoyo a los refugiados y la solidaridad son los elementos fundamentales, para evitar el mal mayor,
que sería el inicio de una tercera guerra mundial de consecuencias funestas para nuestro continente.

Por lo que respecta a los países, que no están en el conflicto de una forma militar directa, la cuestión es mitigar la guerra política y económica, estimulando la diplomacia, y encontrando fórmulas para abaratar el indudable encarecimiento de la energía y su transmisión a la cadena de precios.

Es trascendental la unión de todos los partidos políticos en torno a estos objetivos, superando la visión cortoplacista, las trifulcas innecesarias, los complejos y toda esa serie de descalificaciones que han empañado el ambiente político durante los tiempos de la pandemia. Tal vez sea un poco ingenua al expresar estos deseos, pero estoy convencida de que la mayoría de la población es esto lo que espera.

Haya guerra o no, habrá que restaurar y curar las heridas de la barbarie.

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