Arremójate la tripa

    25 jul 2021 / 13:51 H.
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    Estos días en los que la calor aprieta, rememoro estampas, no tan lejanas, de botijos de barro blanco que sudaban y hacían el agua fresquita, abanicos en la mano de cualquier mujer, sombreros de paja si tocaba estar en la calle, ventanas cerradas con los postigos echados. Sandías y melones con sabor a lo que eran, gazpachos que no faltaban, ensaladas que sustituían a los potajes y cocidos, meriendas de pan con aceite y una onza de chocolate. En el mundo rural de las aldeas y pequeños núcleos se sacaban colchones a la calle para dormir al raso. Antes de ir a dormir la chiquillería tomaba las calles como el mejor territorio para disfrutar, en las horas de más calima se habían cansado bañándose en ríos y albercas; los mayores tomaban el fresquito al caer la noche, sentados en sillas de anea junto al quicio de la fachada compartían conversación con vecinos y familiares. Los veranos, cuando no había tele, teléfonos móviles y ordenadores, eran otra cosa. Esa vida, esas costumbres, quedaron superadas, al parecer hemos evolucionado, dicen los sociólogos que somos más modernos.

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