Aquellos jiennenses que se fueron

Bernardo Cortés, fallecido en Barcelona a los 83 años, tuvo que marcharse de Jaén en busca de pan, como otros tantos >> Emigrante por media Europa, la necesidad le llevó a cantarle a los turistas y de ahí se hizo famoso en la tele >> Descanse en paz

05 mar 2017 / 11:17 H.

Ha muerto Bernardo Cortés, el poeta del pueblo, el cantor de estribillo fácil y música pegadiza. No tendrá monumento en Jaén, como el otro Bernardo, Bernardo López, que murió pobre y repudiado, sin el aplauso de su obra por su impronta revolucionaria y antimonárquica, pero al que ahora se le alaba y se le reconoce como un grande de las letras jiennenses. Bernardo Cortés ha muerto entre aplausos, lo suyo ha sido un continuo ir y venir por la vida, de caída en caída hasta que la propia vida le llevó a la guitarra y con la guitarra se hizo famoso en Barcelona. Bernardo, a quien ustedes conocerán por “Mi Ovejita lucera”, sus desternillantes actuaciones televisivas y hasta porque tenía doble en los programas de Buenafuente, nació en Jaén y de su Polígono del Valle tuvo que emigrar, como tantos y tantos jiennenses de la diáspora.

Bernardo siempre tuvo a Jaén en su corazón, Vica, nuestro inigualable Pepe Vica es quien mejor lo ha retratado, también con su peculiar mano a la hora de plasmar los rasgos de una persona en una caricatura y ahora que se ha marchado seguro que con el recuerdo de su tierra presente, dediquémosle el reconocimiento por ser lo que quiso y por inventarse un modo de vida tras recorrer media Europa de emigrante eterno en busca de un pan que llevarse a la boca. Buscavidas porque en su tierra no había para comer, arruinado varias veces, nunca se olvidó de sus raíces aunque sus raíces le dedicaran cuando menos una carcajada ante su especial forma de contentar a turistas y televidentes. Bernardo Cortés es uno de los cientos de miles de jiennenses que se tuvieron que ir de Jaén obligados por el hambre y hacer de todo para salir adelante, reconozcámosle que con él no pudieron porque estaba hecho de savia de olivo y de piel de lagarto. A Bernardo Cortés, digno y honorable, quizá no le llore más que su familia, pero una tierra que ha visto marchar a tanta gente debería pensar que estamos ante una nueva diáspora permanente, la de los jiennenses mejor preparados de la historia que siguen sin poder quedarse a trabajar aquí. Antes y ahora, no miremos a otro lado.

“Habemus” pabellón
EN VOZ ALTA |

Si hay puente en Campillo del Río, no podía abstraerse la Diputación de su responsabilidad también con Jaén capital y dar el paso hacia adelante para contar con un pabellón deportivo. El de La Salobreja ya saben cómo está de pachucho y el de Las Fuentezuelas se construyó así no se sabe con qué intención porque además no tiene la altura legal preceptiva para acoger competiciones. Diputación y Junta pagan el pabellón en unos terrenos que el Ayuntamiento cedió a la Ifeja para infraestructuras.

La sorpresiva dimisión
EN VOZ BAJA |

La dimisión de Antonio de la Torre pasará a los anales de la política jiennense por lo inusual del verbo, que nadie suele conjugar ni aquí ni más allá de aquí. La política de por vida o lo que es lo mismo, quien llega ya no se va nunca, cambiará de despacho, pero permanece eternamente, no ha tenido más que varias estridencias en tres décadas, sonados los ceses de Gabriel Ureña y Arturo Azorit. Ahora, con De la Torre han saltado las alarmas porque se va queriendo, no lo echan y eso no lo vemos normal.

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