Aquel referéndum...
Es la primera vez en casi treinta años de palabras, ideas y comentarios en estas páginas de Opinión que el calendario me señala para escribir el 28 de febrero. ¡Albricias!, me digo, mientras voy dando forma en ese entramado neuronal que se pone en guardia cada vez que hay que “elegir tema” para esta sección a lo que, obviamente, toca, corresponde y se sospecha que debe ser el elegido: la autonomía andaluza.
Nos avisan los “wikidatos que “En España, 28/02/1980, se aprueba en referéndum el acceso de Andalucía a la autonomía mediante el procedimiento del artículo 151 de la Constitución española”. Dicho así parece un mero trámite burocrático sin mayor importancia. Obviamente no lo fue. Claro que, en ese mismo listado de acontecimientos reseñables tal día como hoy, aparecen “historias” que también, vistas en la distancia, parecen solo fichas de archivo clavadas con chinchetas en la colección de recuerdos que dejaron de tener vigencia y que ya no sabemos situar en los calendarios: Por ejemplo, que en España se permitiera en un decreto (1789) el tráfico de esclavos africanos en Cuba, que EE UU detonara en 1954, en el atolón Bikini, la bomba H, que se reconociera en la Unión Soviética la propiedad privada de los medios de producción (1990), que en 1991, al rendirse Irak, terminó la Guerra del Golfo o que en 2002 nuestra peseta dejó de ser de curso legal... ¿Sabemos algo más de aquellos momentos que muchos vivimos si así lo permitió nuestra partida de nacimiento?
Sin embargo, para los que nos consideramos andaluces y tenemos ese hilo rojo prendido “al corazón” que nos une a la tierra como en los cuentos infantiles, aquel día 28 de febrero del 80 empezaba un nuevo camino y tal comienzo lo celebramos con jacarandosa efervescencia.... ¿O no? ¿Cómo va esa memoria? Nada fue sencillo. Se podría decir que casi se fomentó la abstención con unas papeletas cuya redacción rozaba la incomprensibilidad: ¿Da usted su acuerdo a la ratificación de la iniciativa prevista en el artículo ciento cincuenta y uno de la Constitución a efectos de la tramitación por el procedimiento establecido en dicho artículo? ¿Cómo nos quedamos? Pues igual que los andaluces del momento. A pesar de toda una serie de “maldades” como que a diferencia de las campañas del referéndum de Cataluña y el del País Vasco, en Andalucía se prohibió a los medios de comunicación estatales contratar propaganda sobre la consulta y que se debía obtener el voto afirmativo de más de la mitad de los electores censados en todas y cada una de las provincias, el resultado fue que se alcanzaron mayoritariamente los votos afirmativos. ¿Seguro? ¿Seguimos echando mano de la memoria?
Pues tampoco. En Almería solo se llegó al 42%. Un momento... ¿Y Jaén? Ay, ay, Jaén también tuvo un resultado poco edificante: Tuvimos un 49,34 por ciento de los votos afirmativos y, además, el porcentaje más alto de “noes” de toda Andalucía. Al final se logró dar la vuelta al resultado recontando los votos y dando por válidos sobres con más de una papeleta. En Almería el proceso fue más “truculento” por llamarlo de algún modo: se cambió la ley y todos tan contentos ya que Andalucía conseguía llegar a la autonomía por la “autopista” del 151 y no por la comarcal llena de baches del 143. (Artículos estos que indicaban distintos senderos y velocidades para acceder a la autonomía).
Así pues, nada de burocracia cansina como parecen indicar los “wikidatos”. Hubo que dar brazos a torcer, reconducir posturas gubernamentales y sortear el articulado de alguna ley en plan “tsunami” para conseguir lo que ahora disfrutamos. O, al menos, deberíamos disfrutar si personalizamos en nuestra propia tierra jaenera, aunque ese sería tema de otros muchos artículos. ¿Qué tendrá Jaén que nunca está bien colocada en puestos de salida, en momentos históricos o cotidianos, y que pocas veces ha contado con políticos que, de verdad, hayan luchado con todo el empeño posible por entonar ese “levántate brava sobre tus piedras lunares, no vayas a ser esclava...”?