Anónimos con nombre

    05 abr 2020 / 16:22 H.
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    En mitad de la tormenta, cuando el barco parece zozobrar, siempre quedan en cubierta quienes consiguen que los daños no sean irreversibles, los que cuidan de quienes pueden sucumbir, los que se dejan la piel, casi la vida, en conjugar esa lista de verbos como ayudar, asistir, amparar, socorrer, apoyar, proteger, defender, paliar, aliviar... En la lucha contra el Covid-19 hay quienes siguen al pie del cañón y cuyo trabajo sobrepasa el esfuerzo y la entrega. Son muchos y anónimos. Pero tienen nombre. Alberto es un soldado de la U.M.E. que se deja la piel en labores de desinfección, de patrulla en mitad de la pandemia, de trasladar enfermos en condiciones adversas. Pero ahí sigue, rodeado del esfuerzo de su unidad, dejando bien alto el pabellón de un ejército que se ha revelado más que nunca como imprescindible en situaciones de excepcionalidad como la presente. Pilar es una de esas sufridas y esforzadas Auxiliares de Ayuda a domicilio que recorren incansables los hogares de quienes más precisan ayuda, soporte y cariño. Va de calle en calle, de casa en casa, aportando su sonrisa, su mano extendida, su afecto desinteresado a esos mayores que tanto necesitan. Pablo es un celador de farmacia en el “Ciudad de Jaén”. Pasea planta por planta con el material enfrentándose al enemigo invisible con el temor y la duda, el miedo y la satisfacción de saberse útil y de dejar su grano de arena en la contienda. Ana María es enfermera en el Centro de Salud Virgen de Linarejos de Linares. Allí, contando con el apoyo, la creatividad y el esfuerzo colectivo prácticamente del pueblo al completo, sigue dando apoyo personal, telefónico o domiciliario a quienes necesitan esa mano, esa mirada, ese soporte que les haga transitar por esta difícil circunstancia. No siempre con las medidas de protección que serían necesarias, pero con el arrojo de anteponer cualquier otra eventualidad a la ayuda a quien lo necesita. Carlos es un empleado de FCC que desarrolla su labor en la limpieza viaria en las calles de Jaén. Lo vemos con su carro de trabajo y posiblemente no nos fijamos demasiado en su presencia. Sin embargo, en sus manos está mantener una ciudad más allá de la limpieza, un espacio de convivencia que mantenga un estándar de mantenimiento y pulcritud en el que no siempre colaboramos como deberíamos. Cinco pequeños ejemplos de los que me siento particularmente orgulloso ya que forman parte de mi propia familia. Personas que están “ahí fuera” procurando que los demás podamos estar confinados con unas mínimas —y máximas— condiciones de seguridad. A ellos y a tantos otros, gracias emocionadas y un aplauso que debería incluir la mayor de las protecciones para todos por parte de quienes nos gobiernan.

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