Amén

    21 nov 2025 / 08:25 H.
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    El caso del, todavía, obispo de Cádiz, Rafael Zornoza, investigado por pederastia, resume la enfermedad profunda de la Iglesia Católica en España. Que siga en su puesto mientras pesa sobre él una denuncia por abusos sexuales continuados a un menor durante más de siete años es una vergüenza pública. El Vaticano conocía los hechos desde hace meses y, aun así, no actuó. Esa falta de reflejos no es un despiste, es un patrón. La Iglesia católica española arrastra décadas de silencios, traslados y excusas. Mientras tanto, solo el 2 por ciento de las víctimas de abusos han sido reparadas. El resto sigue esperando justicia mientras la jerarquía calla. Es el mismo guión que se repite en tantos casos: minimizar, ocultar y proteger a los suyos aun cuando la evidencia es abrumadora; un modus operandi similar al de algunas mafias organizadas. España necesita que estas vergüenzas y abusos tras las sotanas terminen de una vez. Las víctimas merecen reparación real y el Estado debe garantizar que estos delitos no se pierdan en el tiempo. Si la Iglesia quiere recuperar algo de credibilidad, debe romper su pacto de silencio cómplice con el demonio, asumir la responsabilidad que mancha a todo cristiano y arropar a las víctimas. Ojalá Dios sepa perdonar a estos delincuentes y agresores sexuales, porque yo solo les deseo el infierno eterno. Amén.

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