Amar sin trabas
A menos de un mes de agotar los últimos días del primer cuarto del siglo que pisamos y con muchísimos más ayeres en la mochila que mañanas por delante, uno se pregunta, recordando a Silvio Rodríguez, “qué se puede hacer con el amor”. Lo primero que se me viene a la cabeza es darle las gracias por permitirme seguir enamorado de la vida y por despertarme cada mañana con el deseo vehemente de ver pasar los días grises o azules. Con las cosas claras en mis adentros, aumenta en mí a cada segundo un amor inquebrantable con la naturaleza que me rodea y con la gente afín, próxima o lejana que comparte conmigo lazos de sangre, amistad o compañía. Tiene el amor una sola manera de expresarse y no se vende al peso, va directo al corazón, nunca atiende a la violencia y no hay autoridad ni iluminado que lo acote. Somos conscientes de que no andan estos tiempos de florituras para ser muy optimistas en un mundo cada día más peligroso y regresivo, pero en cuanto al amor se refiere, nada ni nadie podrá evitar que sigamos enamorándonos, ni tampoco podrán quitarnos el derecho trabajosamente conquistado que nos permite buscar la felicidad y amarse libremente sin traba alguna.