A todas ellas

    08 abr 2016 / 09:15 H.

    Se lo debo todo a mi madre, esposa, hijas, nieta, compañeras, vecinas, amigas. En resumen, mujeres. Sin ellas, mi vida, la vida en este planeta sería indudablemente diferente, y con ellas, sin haberlas relegado a su papel de invisibles, tendríamos que preocuparnos de bastantes menos asuntos de los que nos quitan el sueño en la actualidad. Y es que, en las condiciones más adversas, tanto en la vida cotidiana como en el puesto adjudicado en la historia de los pueblos, sin posibilidades ni reconocimiento, han impregnado todo lo que han tocado y lo han revestido de un toque de humanidad y sensibilidad que nos mantiene en el devenir de los tiempos. Desde su trabajo silencioso fueron las primeras en hacernos entender el milagro diario de la multiplicación de los panes y los peces en casa. A la vez que demostrado día sí y día también cómo el producto más sencillo podía convertirse con su magia en alta cocina en las mesas. El hombre polifacético se ha visto representado en cualquiera de ellas, que veinticuatro horas al día ha sabido multiplicarse llevando varias tareas a la vez, en su condición de amas de casa, madres y trabajadoras en sus destinos. Todo impregnado de esa sensibilidad que hace que todo parezca natural, sencillo y fácil. El siglo pasado, considerado por muchos como el de la mujer que sirvió para empezar a sacarlas del ostracismo al que la historia les ha tenido condenadas. Todo, a decir de la realidad más legal que real y tras demostrar su valía en las oportunidades de sustituir a los hombre en sus guerras. Nuestro incipiente siglo, también en esto, está plagado de contradicciones entre un mundo legal que da paso de gigante hacia la igualdad y una realidad sangrante en la que los telediarios nos ponen sobre la mesa un mundo familiar, donde la igualdad sigue siendo un objetivo, un mundo laboral en que las diferencias salariales son muy significativas y una realidad de violencia machista en que las víctimas se cuentan todavía por decenas. Comparto que la historia sería más humana si ellas hubieran ocupado el lugar que les corresponde. Hoy vemos su liderazgo en su escalada incesante a todos los puestos directivos ocupados tradicionalmente por los hombres. Gracias a todas por ayudarnos a entender que el camino hacia la igualdad real es necesario, justo e imparable.