A toda vela

19 mar 2019 / 09:02 H.

Ayer mismo les hablaba de un club, uno de los más grandes del mundo como lo es el Real Madrid, que ha estado navegando en los últimos tiempos con las velas bajadas, sin timón, sin rumbo, camino de una deriva que habría sido afrentosa por inconcebible, porque un club como el madridista no debería caer en esos vacíos, en esos descuidos, que han dejado una plantilla muy irregular que no tiene la calidad que su prestigiosa historia merece. Allá el Real Madrid. Hoy les voy a hablar de otro club, con velas blancas también, que navega a toda vela, bien capitaneada y con un equipo de buenos marinos que saben cumplir cada uno con su tarea a pies juntillas. Me estoy refiriendo al Real Jaén, ni más ni menos. Y no saben cuánto me alegro de poder escribir todos estos elogios, porque cuando el barco se echó a la mar no se presagiaban tan buenos vientos. Con el paso de las jornadas, la nave cogió buen rumbo hasta caminar seguro, decidido, con buenos golpes de timón. Crespo ha demostrado conocer la Tercera División de hoy en día y está consiguiendo unos números sorprendentes que creo no esperaba ni el más optimista. Pero ésta es afortunadamente la realidad. Una realidad que de puro brillante parece irreal. Y ahí está el Real Jaén logrando cifras inesperadas que sobrepasan todos los cálculos. Cuando falta por disputar un cuarto de la Liga, el Real Jaén tiene confirmada su clasificación para el “play-off” y, es muy probable que dentro de un par de jornadas también deje matemáticamente al Antequera y El Palo sin posibilidad de alcanzarle. La distancia es considerable, pero no hay que tomar respiro. El viento sopla a favor y hay que seguir navegando con entusiasmo. Aunque no es ninguna novedad para mí, me preguntó a qué espera esa enorme afición de “incondicionales” con condiciones para bajar al Estadio de la Victoria para agradecer el esfuerzo del equipo y aplaudir su brillante marcha. Aún hay que seguir empujando el carro, como lo han hecho desde el principio los auténticos incondicionales, los que están siempre presentes en lo bueno y en lo malo. Tal vez hagan como tantas otras veces. Esperar a que todo esté hecho para coger la bufanda, la gorra, la banderita y la trompeta y subirse al carro quitando el sitio a los que han estado empujando siempre. Esto es difícil que cambie, por mucho que cambie le viento. Si lo sabré yo que lo he vivido durante casi 80 años.