A lo Fraga en Palomares

04 sep 2017 / 11:20 H.

Tomo prestada la frase de un compañero para referir, que es distinto a criticar, un episodio que demuestra que hay formas de hacer política que siguen impasibles al paso del tiempo. Fue el 8 de marzo de 1966 cuando el entonces ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga Iribarne, se zambulló en las playas próximas al accidente nuclear de Palomares, en la cercana Almería, con la pretensión de demostrar que el peligro de radioactividad era imaginario. Lo acompañó en este acto propagandístico sin precedentes el embajador norteamericano en España, Angier Biddle Duke. Los representantes del pueblo intentaron enmascarar una realidad contra la que, medio siglo después, hay quienes luchan para descontaminar un terreno y compensar a los dueños de las tierras torturadas por el plutonio. Dicen que las comparaciones son odiosas. Sin embargo, lo que hizo Manuel Fraga hace más de cincuenta años guarda similitudes con la escena que protagonizó la delegada territorial de Igualdad Salud y Políticas Sociales en el Hospital Doctor Sagaz.

Teresa Vega apareció, después de unas merecidas vacaciones, en la desmantelada cocina de El Neveral. Aparentemente sin aviso a navegantes, accedió por una puerta grande en la que esperaban directivos del Complejo Hospitalario de Jaén con despachos en otro edificio más céntrico. La representante de la Junta de Andalucía, administración que tiene las competencias en materia de sanidad pública, asesorada quizás por quienes llevan las riendas de la comunicación, optó por no convocar a los medios y, a los postres, publicó en su muro de Facebook su proeza política. El texto, aderezado con la fotografía que acompaña a este artículo, decía textualmente: “Este mediodía he querido conocer de primera mano el servicio de restauración en el Hospital Doctor Sagaz (El Neveral). Los informes del pilotaje realizado en los meses de mayo y junio los conocía perfectamente, sabía que los resultados eran positivos, pero es necesario que los responsables públicos estemos en primera línea comprobando y escuchando a la gente y a los profesionales, necesario y es una obligación”. Los comentarios suceden a una noticia que camina hacia el “trending topic” ante la trascendencia de un cuestionado servicio.

¿Por qué lo hizo? La delegada territorial de Salud asegura que forma parte de su agenda estar en primera línea de todo cuanto acontece a su alrededor, un estilo propio que estrenó en sus nueve años de alcaldesa de Villacarrillo y que aplicará mientras ocupe un cargo público. Convencida de que en el área que representa hay otras muchas cuestiones de mayor relevancia, quiso zanjar el mediático asunto de la comida de El Neveral mostrando al mundo entero, a través de las redes sociales, que lo que comen los pacientes y los familiares es de una calidad excelente. “Que quede claro que los alimentos los cocinan trabajadores del Hospital Neurotraumatológico, que no es un catering lo que se sirve en el Doctor Sagaz y que, además, el transporte de los menús se realiza mediante un sistema que ofrece una garantía integral”. Lo comprobó en persona. Todavía quedan en su memoria los sabores del pollo a la plancha y la pera en compota que le supieron a gloria. Teresa Vega no solo probó lo que estaban a punto de comer los usuarios, sino que aprovechó la ocasión para hablar con quienes pasan los días, y las noches, en las plantas de un centro hospitalario convertido en referencia para enfermos con algún tipo de enfermedad crónica. Lo próximo será lanzar invitaciones para que, de manera aleatoria, los jiennenses puedan acreditar con sus paladares que la alimentación de quienes no están más remedio que estar allí, cerca del Castillo de Santa Catalina, ofrece la calidad que ellos merecen. Así es ella. Nada que ver políticamente con Fraga, aunque su visita relámpago da tanto juego al chascarrillo como lo dio aquel mítico
baño en Palomares.