Un tiroteo “por venganza” le cuesta cuatro años de cárcel
Condenado por intentar matar a un joven con el que estaba enemistado

Apenas fueron cinco minutos los que tardó Andrés M. R. en entrar a la sala de vistas de la Audiencia y apechugar con lo que hizo el 16 de diciembre de 2015 en el descampado del cerro de Las Atalayas de Úbeda. Aquella noche, este veinteañero descerrajó dos tiros a otro joven con el que estaba enemistado. Uno le alcanzó en una pierna. Le disparó a bocajarro como venganza por un enfrentamiento que ambos habían tenido diez días antes. Ayer, Andrés M. R. admitió su culpa y se reconoció autor de tres delitos: homicidio en grado de tentativa, amenazas y tenencia ilícita de armas. En total, una condena de cuatro años de cárcel, lo que supone la mitad de la que inicialmente solicitaba la Fiscalía.
El acuerdo entre las partes fue posible gracias a que los padres del acusado hicieron frente a los más de 5.700 euros de indemnización que corresponden a la víctima por la cicatriz que se le ha quedado en la pierna por el balazo. Nada más terminar el juicio, Andrés M. R., todavía esposado y escoltado por dos policías nacionales, dio un abrazo a su padre, que estaba presente en la sala. A continuación, volvió a la cárcel de Jaén, donde lleva desde que ocurrieron los hechos, hace ya más de 14 meses.
La sentencia sitúa el origen del conflicto en la madrugada del 5 al 6 de diciembre de 2014. Andrés M. R. y el joven que, diez días después resultó tiroteado, tuvieron una pelea. Parecía que la cosa estaba calmada. Sin embargo, no era así. El procesado intentó atropellar a su rival con su Volkswagen Golf en la zona de la Avenida de la Libertad, cuando caminaba en compañía de un amigo. Llegó a subirse en la acera, si bien la víctima saltó hacia atrás, con lo que pudo evitar la embestida. Entonces, Andrés M. R. ya lo amenazó de muerte con “pegarle un tiro”. Cumplió con sus amenazas en la noche del 16 de diciembre. “Fue desarrollando un deseo de venganza”, dice, literalmente, la sentencia. El perjudicado estaba en el interior de un coche aparcado en un descampado del cerro de La Atalaya. Andrés M. R. sabía que estaba allí. Fue a buscarlo y llegó hasta el lugar “a gran velocidad”, de nuevo en su Volkswagen Golf. Se bajó del coche, sacó una pistola de calibre 9 milímetros parabellum —que no ha sido encontrada— y se acercó hasta donde estaba su contrincante, que estaba junto a más personas. Lo apuntó con el arma y le ordenó que se bajara del automóvil y que se pusiera de rodillas. La víctima se negó. La reacción de Andrés M. R. fue disparar. Efectuó dos tiros contra el vehículo. Uno de ellos impactó en la pierna del perjudicado. Después, disparó en una tercera ocasión, esta vez al aire para amedrentar a todos los presentes y advertirles de que no llamaran a la Policía, “porque iba a ser peor”. Posteriormente, se montó en su automóvil y se marchó. Pocas horas después, agentes de la Comisaría de Úbeda le pusieron las esposas. La venganza le ha costado una condena de cuatro años de cárcel.