Un robo relajado en Obispo González

Tres detenidos después de estar, durante días, en una casa que desvalijaron sin que nadie llamara a la Policía

08 feb 2017 / 10:51 H.

Tuvieron la osadía de poner música, para amenizar la última de sus hazañas, y, aún así, los vecinos no avisaron a la Policía Nacional, ni siquiera a los municipales, que suelen estar en las inmediaciones de Obispo González, una bocacalle de la concurrida Plaza de Santa María. Allí se registró un robo, perpetrado por dos mayores de edad, de 19 y 21 años, y un menor, de 17, a lo largo de tres días, sin prisa. “Tres chiquillos”, juzgan fuentes del caso que, sin embargo, ya saben lo que es tenérselas que ver con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. En esta última ocasión les pusieron los grilletes, casi por casualidad.

La vivienda que se habían propuesto dejar vacía, y casi lo consiguen, es propiedad de una mujer ya fallecida. Una de sus hijas, como es costumbre en muchas familias, acudió el domingo al inmueble, como hace de vez en cuando, para “dar una vuelta”, abrir las ventanas, echar un ojo para comprobar que todo estuviera en su sitio. Aterrorizada y atónita, antes de entrar, al mirar una de las ventadas desde la calle, comprobó que había tres personas en el interior de la que fue la casa de sus padres. Su buen juicio le hizo llamar a los profesionales y acudió una patrulla policial. De no ser por esta reacción, quizás nadie hubiera podido echarle el guante al trío de sospechosos de robo con fuerza. Dos de los detenidos por el supuesto asalto, antes de que los pescaran, trataron de huir, pero los agentes los “cazaron”. El tercero lo puso “más fácil”, ya que no salió del inmueble. El pequeño grupo fue puesto a disposición judicial, después de pasar por la Comisaría, y ya será su señoría el que decida qué hacer con ellos. En el caso del presunto autor de 17 años, será la Fiscalía de Menores la que tome una decisión sobre él. No obstante, seguro que se tiene en cuenta que, en el momento de sus supuestas acciones delictivas, se encontraba en un centro de menores. De hecho, la Policía Nacional, después de arrestarlo, tuvo que hacer gestiones para localizar a su madre para que esta se hiciera cargo del adolescente. La lista de artículos que los precoces cacos sustrajeron no tiene desperdicio. El botín es variopinto e incluye una colcha de cama, unas cortinas con estampado de flores, el típico cristal con el que se cubren las faldillas de una mesa camilla; documentación de la fallecida, que se guardaba en un sobre; joyeros, en los que había, sobre todo, bisutería y un equipo de música, además de un televisor de plasma de 32 pulgadas. Por llevarse, supuestamente, acarrearon hasta con ropa de hombre que encontraron tras revolver los armarios. Con toda esta “colección” no tenían otro objetivo, como apuntan fuentes de la investigación, que sacar beneficio con la reventa.

Para entrar en el domicilio que desvalijaron tampoco es que emplearan métodos de ladrón de guante blanco, ya que forzaron las cerraduras sin miramientos y, tras tener el camino expedito, entraron a lo largo de varios días, sin que nadie notara nada.

El delito de robo con fuerza en las cosas, que puede ajustarse a comportamientos como el protagonizado por los ladrones en la céntrica calle Obispo González, está castigado, en el artículo 240 del Código Penal, con la pena de prisión de uno a tres años de prisión. El ordenamiento jurídico contempla la posibilidad del agravamiento, en el caso de tratarse de inmuebles habitados y si alguno de los objetos birlados es de gran valor artístico, por ejemplo.

La Policía Nacional llama la atención sobre la necesidad de que aquellos ciudadanos que detecten ruidos y movimientos extraños en viviendas que sepan que están deshabitadas, no duden en llamar rápidamente a la Policía Nacional.

Cualquier cosa para trapichear

Lejos de tratarse de bandas de “criminales profesionales”, los autores de delitos como el cometido en la calle Obispo González responden al perfil de un grupo que, sin mucho criterio, acceden a una vivienda de la que se llevan todo lo que encuentran. En el caso de la casa desvalijada cerca de la Catedral, el valor de muchos de los objetos sustraídos es meramente sentimental y simbólico para sus legítimos propietarios.

una simple llamada ayuda mucho

La Policía Nacional deja claro que el testigo de un hecho delictivo, como un robo, debe de evitar el enfrentamiento con los autores; para eso están los agentes que patrullan por las calles de la ciudad. Eso sí, apela a la colaboración ciudadana para que, por ejemplo, en verano, alerten de ruidos y movimientos en viviendas de vecinos cuando tengan la certeza de que los propietarios se han ausentado de su domicilio.