“Temo que vuelva al pueblo y se repita esta triste historia”

El presidente de la cooperativa dice que ni siquiera lo vio llegar

26 sep 2018 / 12:05 H.

José Andrés González Gómez debía estar muerto. Al menos, es lo que sostiene la fiscal, Isabel Uceda; las dos acusaciones particulares y la popular, en su calificación, que dicen que Alfonso A. T., conocido en Carchelejo como Alfonsete, quiso asesinarlo, aunque no lo consiguió. En cambio, allí estaba con un aspecto bastante saludable. A las once de la mañana estaba a escasos dos metros de Alfonsete para declarar en la sala de vistas de la Audiencia Provincial.

Se veían, pero sin encontrar las miradas. Alfonsete lo escuchaba desde el banquillo de los acusados, pero no giraba la cara de una manera tan evidente como sí lo hacía cuando declararon otros testigos para ver lo que decían. José Andrés González Gómez tampoco lo buscó con la mirada mientras que estuvo sobre la tarima. Miró hacia la presidenta del tribunal, María Esperanza Pérez Espino, y a los letrados que le realizaban las preguntas. Alfonsete dijo que le disparó para darle un susto. En cambio, José Andrés González Gómez, presidente de la cooperativa San Roque de Carchelejo, está convencido de que fue a matarlo. Sin embargo, en su relato dejó claro que no lo vio. “Sentí un pinchazo muy fuerte. Luego, mucho dolor y me caí. Veía a la gente con la cara desencajada y me noté sangre y que tenía las tripas fuera. Fui consciente hasta que me subieron al helicóptero. A los tres días, me desperté. Ya estaba en la UCI. Una vez que me dio el tiro, siempre pensé que iba a morir. El enfermero del centro de salud, que acudió a socorrerme, y mi hija, que también es enfermera y llegó corriendo, me auxiliaron. Me salvaron la vida, al igual que la intervención del resto de sanitarios”, recordaba José Andrés González Gómez.

Secuelas. El presidente de la cooperativa era albañil y trabajaba en la agricultura. El disparo le entró por un costado y le salió por el otro. El proyectil le seccionó la musculatura y le sacó fuera los intestinos. Ahora, lleva una malla, que sustituye el músculo. No puede hacer esfuerzo alguno. José Andrés González es un hombre amigable y muy accesible. Sencillo y bastante bromista, tal y como demuestra en los pasillos de la Audiencia Provincial. Pese a esto, no escondió en la declaración que lo está pasando muy mal: “Necesito asistencia psicológica para superar todo esto. Mi familia también lo ha pasado muy mal. No quiero que vuelva al pueblo porque creo que se puede volver a repetir. Una persona que dispara una vez, lo puede hacer más. Y no lo digo por mí, sino por mi familia”. Mientras que José Andrés González Gómez declaraba, su hija y su mujer, que estaban entre el público, no dejaron de llorar.

Asimismo, añadió: “Dice que es cazador, pero yo soy también el presidente de la Sociedad de Cazadores de Carchelejo y allí no está. Ningún cazador lleva una escopeta cargada en el coche. Estoy seguro de que estaba esperando a tropezarse conmigo. Nunca pensé que Alfonsete podría llegar a eso, pero lo hizo”.

Antes que el presidente de la fábrica de aceite, declararon los familiares de Mateo Coronas, el hombre de 78 años que falleció después de que el proyectil que hirió a José Andrés González Gómez le diera en el cuello y en la cabeza. Tanto su hijo como su hija señalaron que su padre estaba en perfecto estado. Además, lo dijeron con rabia para dejar claro que no tenía enfermedad alguna y que se lo habían arrebatado. También matizaron la situación de indefensión en la que ahora se ha quedado su madre.

Alfonsete envió una carta inquietante que se entregó a la Guardia Civil

José Andrés González Gómez desveló en su declaración que Alfonsete remitió una carta bastante inquietante, que se entregó a la Guardia Civil. Relató que envió varias, pero que una de ellas sonaba a amenazas, por lo que se entregó en el cuartel. “Nunca puse denuncia alguna porque jamás pensé que llegara a eso. Es verdad que nos reunimos alguna vez con él, pero preferimos dejar de hacerlo porque se ponía muy tenso. También, las trabajadoras de la cooperativa me llamaban, alguna vez, para decirme que había estado por allí dando voces”, dijo el presidente. Asimismo, continuó: “Decidimos que reclamara lo que considerara oportuno por los cauces normales y que se entendieran los abogados o quien fuera”. Alfonsete declaró que el motivo de enfado con la cooperativa no fue tanto su expulsión, como la negativa a darle su participación en la empresa. Ayer, el presidente estimó que esta cantidad podría rondar los 3.000 euros.

“Él quería que le pusiéramos una parcela a su nombre como contraprestación por la expulsión y para compensar su participación en la empresa”, relató el presidente. Asimismo, continuó: “Yo no era nadie para hacer eso. Lo normal es que lo reclame y que se siga el cauce legal”.