Suturar una herida que lleva abierta ocho décadas

Francisco Antonio López Padilla se hace las pruebas de ADN para identificar a su abuelo Pedro Padilla

17 jun 2025 / 07:00 H.
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El 12 de febrero de 1941, el alcalaíno Pedro Padilla Frías fue fusilado. Más de ochenta años después, la única hija que vive —ya con noventa años— y sus nietos desconocen dónde se encuentran concretamente sus restos. Al igual que otros muchos milicianos locales que se echaron a la calle el 18 de julio para impedir el triunfo de la rebelión militar contra la Segunda República, su cuerpo yace en la fosa 702 del Cementerio de San Eufrasio, lugar donde fue fusilado.

Más de ocho décadas después, sus nieto Francisco Antonio López Padilla, su nieto, se sometió a las pruebas de ADN para identificar los restos de su abuelo. Asimismo, son muchos los familiares, como Carmen Serrano Padilla y Francisco, quienes actualmente continúan luchando para “poner dignidad a los nombres de todos aquellos que mataron sin motivo”. La asociación Memoria Histórica Sierra Sur sigue con su ardua tarea de dignificar a todas las víctimas originadas tras el golpe militar y en la dictadura franquista que no recibieron una digna sepultura. Al igual que ellos, son muchos los vecinos de la comarca los que se someten a estas pruebas.

Francisco y Carmen lamentan lo poco que conocen de la historia de su abuelo, ya que quienes quedaron —principalmente su abuela— “guardaron silencio durante toda su vida, movidos por el miedo”. “Ni siquiera a sus propios hijos les contó con detalle lo sucedido. Nunca quiso exteriorizar ese temor ante ellos”, asevera su nieto. Asimismo, cuenta que han podido averiguar que Pedro Padilla se encuentra en la fosa número 702 del Cementerio de San Eufrasio, en Jaén. “Con la esperanza de que sus restos puedan ser identificados, decidí realizarme la prueba de ADN”, afirma su nieto.

Ambos cuenta que su abuelo era una persona formaba parte del Partido Socialista. “Cuando se produjo el golpe militar, salió a la calle en señal de desacuerdo. Nunca cometió delito alguno, pero, como tantas otras personas, fue señalado en su pueblo como “revolucionario” y encarcelado. Existen múltiples documentos con fechas contradictorias sobre su detención y traslado, lo cual refleja la irregularidad del proceso”.

Pedro Padilla fue víctima de represión y, finalmente, fusilado, pero también “es necesario recordar el sufrimiento” de su abuela, quien quedó sola, señalada como “la mujer del rojo”, y con cinco hijos a su cargo. El contexto social del momento la condenó al aislamiento y la marginación.

Durante su tiempo en prisión, Pedro escribió cartas donde relataba las palizas que había recibido y los nombres de quienes las perpetraron. Esos escritos fueron escondidos en el forro de su pantalón, y llegaron a manos de su mujer tras el fusilamiento. Gracias a ello, sus familiares conocieron el calvario que había sufrido y clarificaron algo más lo que ocurrió durante esos años.

Lecciones y despedidas a la familia

Pedro dejó en sus cartas reflejado lecciones para sus hijos, pero también les afirmaba que él nunca había acabado con la vida de nadie. “En la muerte mía no hay que pensar, yo si lo siento es por vosotros, que os quedáis pequeños, por lo demás no penséis en nada. Vuestro padre muere con toda la honradez de una persona”. Así decían los escritos.

Jaén
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