Palmas bendecidas por el obispo de Jaén para celebrar el Domingo de Ramos
La Diócesis da la bienvenida a la Semana Santa en la iglesia del Sagrario ante numerosos jiennenses

El obispo de Jaén, Sebastián Chico, ha dado comienzo a la Semana Santa con la tradicional bendición de las palmas. Numerosos fieles se han dado cita en la iglesia del Sagrario para dar la bienvenida al Domingo de Ramos. Tras la lectura del Evangelio de la entrada de Jesús en Jerusalén, el obispo ha bendecido las palmas y las ramas de olivo, para después procesionar con ellas hasta la Catedral, mientras se entonaba “Bendito el que viene en nombre del Señor”. Cofrades de la Buena Muerte y los seminaristas han participado en las lecturas y en la proclamación del Evangelio. Asimismo, los seminaristas han puesto voces a los distintos personajes que aparecen en la lectura de la Pasión y Muerte del Señor, según Marcos. El acompañamiento musical ha corrido a cargo del canónigo Alfonso Medina y de Emilio Samaniego.
“¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna al Hijo de David! Esta entrada de Jesús en Jerusalén, popular, alegre, espontánea, parece que tenía que haber ido seguida de una acogida y convivencia amable y tranquila. La historia nos dice que, a los pocos días, en aquella misma ciudad, Jerusalén, Jesús se vería condenado a muerte, rechazado y crucificado”, ha recordado Chico Martínez al comienzo. Con esta celebración, el obispo ha subrayado que lo que queda de manifiesto “es la gran bondad de Dios que nos entregó a su Hijo para que nos quedara abierto el camino de la salvación y de la vida verdadera. ¡Demos gracias a Dios por todo ello!”
Por último, ha alentado a los fieles a vivir estas jornadas con fe y sentido evangélico. “Queridos hermanos, haced que esta Semana santa sea para todos nosotros un tiempo de acercamiento a Jesús, que el recuerdo de su Pasión y de su Muerte por nosotros nos lleve a vivir más cerca de Él durante todos los días del año, nos lleve sobre todo a recordar más a Dios, a amarle más sinceramente, a vivir más intensamente nuestra vocación cristiana como verdaderos discípulos de Jesús y como verdaderos hijos de Dios”, proclama el obispo.