Ocio y formación, de la mano

Personas con discapacidad tienen en la iniciativa de “Integrar” un gran acicate para el ocio estival

22 ago 2019 / 11:19 H.

Una iniciativa que cada año cuenta con más aceptación. El centro Integrar Formación tiene en marcha, hasta finales de este mes de agosto, la cuarta edición de la escuela de verano. Una iniciativa que tiene como principal objetivo, según explica su directora, Lucía Ruiz, el de fomentar que las personas que cuentan con algún tipo de discapacidad también disfruten del ocio en la temporada estival, al tiempo que facilitar la conciliación laboral de sus familias.

En total, son unos 30, personas de todas las edades, desde niños hasta adultos, los que guiados por tres monitores disfrutan, por quincenas, de la actividad. “En esta ocasión hemos eliminado el tiempo de estancia en el centro, que habitualmente era de 09:00 a 10:30 horas, porque como tenemos niños pequeños de atención temprana, y en muchos casos con autismo, queríamos eliminar el riesgo del camino. Así, entre las novedades está la de que directamente nos encontramos en La Salobreja”, explica Lucía Ruiz.

Además de las actividades en el agua y otras deportivas con las que se trabaja la motricidad, realizan juegos populares muy participativos. Para cada quincena del verano se ha planteado una temática diferente, también con la finalidad de que los participantes que durante todo el verano disfrutan de la iniciativa no repitan. Así, han trabajado desde la danza hasta los deportes del mundo, la naturaleza, los juegos tradicionales y populares, el euro, las profesiones o la salud y la higiene, entre otras muchas cuestiones. Lecturas comprensivas y actividades prácticas se suceden, así, en las instalaciones.

“Para nosotros es un regalo ver cómo disfrutan de estos meses de verano”, explica Ruiz. Y es que es una forma diferente de continuar con la actividad que realizan en el centro a través de una integradora, similar a cualquier escuela de verano de las que se suceden en estos días en la provincia, pero que tiene en cuenta las diferentes capacidades de los usuarios que asisten a ella. De hecho, Ruiz constata que los usuarios habituales que disfrutan de esta iniciativa regresan en septiembre a las instalaciones con más habilidades comunicativas y de una mejor relación con los demás participantes del centro.

“Además, es fundamental ver la actividad desde el punto de vista de los chicos, que en muchas ocasiones, cuando llega la temporada estival, no encajan en iniciativas de ocio que se organizan en la ciudad. Allí lo pasan genial, y tanto a nivel formativo como de relaciones y habilidades sociales, aprenden muchas cosas que les hacen sentirse válidos y útiles”, concluye Lucía Ruiz.

Formación, ocio y diversión a través de los que se fomentan valores, y que, como suele ocurrir en cualquier escuela de verano que se tercie, contribuye a la creación de unos lazos de amistad que perduran en el tiempo.