Marroquíes Bajos, el “pipican” alternativo en el barrio del Bulevar

Asociaciones demandan más conciencia ciudadana

30 sep 2019 / 11:40 H.

Un campo de minas abierto. Así definen a la parcela C (entre la calle Cataluña y Manuel Caballero Venzalá) del yacimiento Marroquíes Bajos, donde, de forma continua, parecen entrar varias personas y sus mascotas poniendo en peligro no solo el patrimonio arqueológico de la zona, sino también su propia integridad física por los numerosos desniveles que hay en el terreno debido a los sondeos.

Desde la Asociación de Vecinos Expansión Norte aseguran que no para de entrar y salir gente de la parcela, de quienes dicen que han tomado el área como si fuera un “pipican”. “El problema está en que ya hay catas hechas y, hasta hace poco, había maleza y ahora se están descubriendo los desniveles que hay, incluso hay un pozo. Hay que tener especialmente cuidado porque esta zona es peligrosa, no está para que las personas la utilicen como pipican improvisado”, apunta Maribel López, miembro del colectivo vecinal. En este sentido, desde la asociación hacen un llamamiento a los vecinos y ciudadanos que accedan a la pacerla en pos de una mayor concienciación para conservar este patrimonio. “La costumbre se convierte en ley, pero la cosa ha cambiado y la parcela se va a poner en valor, por lo que hay que tener especial cuidado. No se puede acceder de igual manera que antes se hacía”, insiste.

Por su parte, Maribel Pérez, presidenta de la Asociación Cultural Marroquíes Bajos, comenta que ya habló con varios vecinos de la zona que dejaban que sus perros entrasen a la parcela y les avisó de cuál era el contexto actual. “Entendemos que lo usaran de aquella manera, pero ya no tiene ese uso, ya no está abandonada. Por ello, creemos que se debería de hacer una labor de coeducación para explicar qué hay allí y por qué no se puede utilizar de así”, explica. Sobre el peligro que pueden correr las personas que accedan al lugar, Pérez expone que, hace más de 16 años, se hicieron unos trabajos que se quedaron abandonados pero tapados por plásticos y un tipo de grava de un grosor determinado para que los restos de debajo se preserven. Y, además, están las antiguas cañerías que se pusieron cuando se empezó a construir el barrio. “Esto es un campo de minas abierto. Es un peligro tanto para el patrimonio como para las personas que entran allí”, asevera Maribel Pérez.

Vecinos de la zona, “hartos” del ruido y la suciedad el fin de semana

Los vecinos del Bulevar aseguran estar “hartos” por lo que viven todos los fines de semana en su barrio. Lo que para unos son días de tranquilidad y ocio, para otros se convierte en unas jornadas de “tortura y vigilia”. La razón principal, según achacan, es la presencia de la discoteca y de su clientela que, a causa del uso que hacen de las vías públicas, provocan situaciones de “desamparo” en los vecinos. La Asociación de Vecinos Bulevar denuncia en sus redes sociales que los residentes les hacen llegar mensajes en los que se muestran “impotentes” por la situación nocturna vivida los fines de semana, pues, a pesar de llamar a las autoridades, la Policía “no aparece”. “Desde hace tiempo venimos reclamando más presencia policial en nuestro barrio pero, visto lo visto, queremos reclamar la presencia de Policía en las inmediaciones de la instalación en concreto, ya que sería la única manera de controlar la situación”, manifiestan desde el colectivo vecinal del Bulevar.

No solo se trata del ruido de los jóvenes a altas horas de la noche, sino también del de vehículos en la avenida de Madrid con, según afirman, “carreras de coches o trapicheos de drogas”. Asimismo, a las preocupaciones vecinales se suma la basura que provoca el botellón que se organiza en los alrededores de los edificios residenciales. “Un inconveniente muy grave para los vecinos de la zona”, subrayan, por lo que desde la asociación solicitan que se tomen muestras de la contaminación acústica, no causada por el propio negocio en concreto, pero sí por sus clientes, “insensibles a que en la zona existen familias que reclaman su derecho al descanso”, piden desde el colectivo para, de una vez por todas, poder dormir tranquilos.

DETALLES

EVIDENCIAS. Muchos de los socios de la Asociación Cultural Marroquíes Bajos viven cerca del yacimiento, por lo que suelen ver cómo las personas entran en la parcela C. “Nos mandan fotos en las que se puede ver a una familia que entra a las siete de la tarde y sale a las ocho. Se sientan allí y pasan la tarde sin asumir los riesgos que eso supone. No puede ser que allí haya menores ni gente paseando cuando hay sondeos arqueológicos en los que se está trabajando”, indica Maribel Pérez, presidenta del colectivo.

DESTROZOS. Este verano, según apuntan desde la Asociación Cultural Marroquíes Bajos, se han roto de manera reiterada los candados de las puertas y la gente entraba a la parcela por agujeros que hacían en la valla. El colectivo entiende que antes se le diera ese uso al estar abandonado, sin embargo ahora hay operarios trabajando en la zona, y “quitan más cacas de perro que suciedad general”.