Luis Planas: “El olivar es un sector estratégico de presente y con un gran futuro”

El ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación inaugura esta mañana la muestra bianual en Jaén

14 may 2025 / 10:03 H.
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Llega a la Feria Internacional del Aceite de Oliva e Industrias Afines (Expoliva) con la satisfacción del deber cumplido. Luis Planas Puchades (Valencia, 1953) inaugura la muestra bianual como ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación. Consciente de que queda mucho camino por recorrer en un sector clave para la economía española, está convencido de que el olivar es estratégico en el presente y, además, tiene futuro. Considera que Mercosur es una gran oportunidad.

—¿Qué significa la XXII Feria Internacional del Aceite de Oliva e Industrias Afines-Expoliva 2025 para el Ministerio que usted dirige?

—Expoliva es la feria internacional de referencia del aceite de oliva y convierte a Jaén en epicentro mundial del olivar. A lo largo de cuatro días, el certamen congregará a los principales operadores internacionales del comercio, del consumo y de la producción, además de un importante elenco de científicos. Es un punto de encuentro y escaparate internacional para los profesionales del olivar. Una iniciativa magnífica de la Diputación de Jaén para un sector tan emblemático como el olivar. España muestra en ella su liderazgo productivo, que va mucho más allá de su importancia comercial. La gastronomía, el territorio, el paisaje y el modo de vida de muchos pueblos ligados al olivar no se entienden sin el aceite de oliva. Es difícil entender España sin sus olivares y sin su aceite de oliva.

—¿Cuál cree que debe ser el principal objetivo de la celebración de una feria mundial centrada en un sector específico como es el olivarero?

—Cuando una feria mundial se orienta hacia un sector tan prestigioso como el del olivar, su objetivo trasciende con mucho el encuentro comercial. El objetivo es la suma de otros muchos y la aspiración es consolidar y proyectar globalmente la excelencia del sector olivarero español. Una feria como Expoliva permite exhibir los avances más recientes en materia de cultivo, tecnología e industria. Se convierte, además, en foro privilegiado para el debate sobre los desafíos que enfrenta el olivar, desde el cambio climático hasta la internacionalización de los mercados. Por otro lado, es la reivindicación de un estilo de vida, de una forma de entender la alimentación y el territorio. Y, por supuesto, su dimensión internacional también convierte a Expoliva en una plataforma clave para el impulso de la actividad y la economía oleícola. Una de las fortalezas históricas del sector es su capacidad exportadora y no puede haber mejor escenario que Expoliva para la creación de redes comerciales estratégicas que lleven nuestro “oro verde” a todo el mundo.

—¿De qué manera apuesta el Gobierno central por una industria que vive pendiente de las inclemencias meteorológicas?

—En un contexto de cambio climático, el olivar se enfrenta a fenómenos atmosféricos cada vez más intensos y más frecuentes.

Desde el Gobierno, apostamos por reforzar la capacidad de resistencia del sector a través de medidas de ayuda para las crisis específicas, pero, sobre todo, de estrategias estructurales que preparen el cultivo del olivar para el futuro. Ante episodios críticos como los que hemos vivido con la sequía, el Ministerio ha desplegado un conjunto de medidas de apoyo directo, como el aumento de las subvenciones a los seguros agrarios, las exenciones fiscales y las bonificaciones en los cánones del agua. Y lo más importante: prepararse para el futuro; promovemos prácticas agrícolas que favorecen la sostenibilidad ambiental y mejoran la capacidad de adaptación del olivar. Actuaciones orientadas a la salud del suelo, a la reducción del uso de insumos o al fomento de la biodiversidad no sólo permiten enfrentar mejor fenómenos extremos, como sequías o lluvias torrenciales, sino que también contribuyen a mitigar el cambio climático. Trabajamos por un olivar sostenible, rentable y preparado para los desafíos que impone el clima y, más allá de las respuestas a las necesidades inmediatas, lo hacemos también con una visión a largo plazo y en estrecha colaboración con las comunidades autónomas y los propios productores.

—¿Qué visión tiene del sector del aceite de oliva de Jaén?

—Andalucía abarca más del 50% de la producción nacional del aceite de oliva y Jaén concentra la mayoría de esa producción. Por tanto, hablar de aceite de oliva en Jaén es hablar de la esencia misma de su paisaje, de su cultura y de su economía. El olivar no sólo dibuja el horizonte de esta tierra, sino que también vertebra su vida rural a través de un potente entramado industrial compuesto por cooperativas, almazaras e instalaciones auxiliares. Es, sin duda, un sector estratégico que sostiene buena parte de la actividad socioeconómica de la provincia. Además, el valor del olivar jiennense va mucho más allá de lo económico y social. Lo que conocemos como el tradicional “mar de olivos” actúa como un gran sumidero de carbono y juega un papel relevante en la lucha contra el cambio climático. Este ecosistema agrícola acoge, asimismo, una rica biodiversidad y representa un ejemplo vivo de cómo es posible conjugar producción agraria con sostenibilidad. Por no hablar del papel de Jaén como referente de economía circular a través de la valorización de los subproductos del olivar. En definitiva, el sector del aceite de oliva en Jaén es actividad agrícola, pero también un motor de desarrollo, un guardián del patrimonio natural y cultural, y un laboratorio vivo de innovación sostenible.

—¿Cómo se puede luchar contra los vaivenes del precio?

—El aceite de oliva se caracteriza por su marcada alternancia productiva, consecuencia de la vecería del olivo. Cosechas escasas con precios altos alternan con cosechas abundantes y precios más bajos. Ante esa inestabilidad, se hace necesario contar con información fiable, actualizada y accesible a lo largo de toda la cadena de valor. Desde el Ministerio hemos apostado firmemente por la transparencia y el conocimiento del mercado para el que hemos articulado un sistema de seguimiento que analiza y difunde regularmente datos clave. Esta información rigurosa es una herramienta fundamental para que productores, cooperativas y comercializadores puedan tomar decisiones informadas. Además, el Observatorio de la Cadena Alimentaria (OCA) actúa como foro de diálogo entre todos los eslabones del sector. Un ejemplo destacado de su labor es el estudio de la cadena de valor del Aceite de Oliva Virgen Extra, elaborado junto a la Universidad de Jaén, que desvela cómo se forman los precios y detecta posibles ineficiencias. Hay que fomentar la responsabilidad colectiva para que los precios se basen en datos objetivos y no en dinámicas artificiales. A ello se suman mecanismos europeos de regulación del mercado, como la ayuda al almacenamiento privado o las medidas de autorregulación impulsadas por las cooperativas, pensadas para equilibrar la oferta en momentos complicados. En conjunto, se trata de avanzar hacia un sector más profesional, informado y preparado para afrontar las fluctuaciones del mercado con solidez y equilibrio.

—¿Qué resultados tendrá el acuerdo con Mercosur?

—El acuerdo de la Unión Europea con Mercosur es una gran oportunidad para abrir un mercado sin precedentes por su alcance potencial, más de 270 millones de personas. Es importante también en la implementación de nuestra estrategia de diversificación de mercados, que, en la actual situación geopolítica y ante las políticas proteccionistas de imposición de aranceles, alcanza su máximo significado. Constituye una muy buena oportunidad para el incremento y apertura de mercados del aceite de oliva y la aceituna de mesa española, puesto que existe una demanda creciente en países de Mercosur que no está cubierta por sus producciones nacionales. En el caso del aceite de oliva, se prevé una liberalización, progresiva, pero total, de los intercambios, por lo que se estima un incremento gradual de nuestras exportaciones.

—¿Cómo cree que debe afrontar el sector la política arancelaria de Estados Unidos?

—Estamos muy presentes en Estados Unidos y nuestra voluntad es mantener y aumentar esa presencia. De ahí nuestra insistencia en la política de diálogo y negociación. El tercer mayor consumidor mundial de aceite de oliva presenta una fuerte dependencia exterior: produce apenas el 3% del aceite que consume, lo que le obliga a importar grandes volúmenes. De hecho, absorbe el 34% del total mundial de importaciones, y España es su principal proveedor, con una cuota del 37% del volumen importado. Ante este panorama, el sector debe mantener una actitud proactiva: diversificar mercados sin perder de vista el atractivo y la magnitud del mercado norteamericano, reforzar su competitividad, apostar por la calidad y la diferenciación del producto, y apoyar las gestiones que se desarrollen desde el ámbito europeo. La fortaleza del aceite de oliva español radica en su liderazgo mundial, en su capacidad de adaptación y en su firme compromiso con la excelencia. Por lo tanto, frente a un panorama internacional cada vez más volátil, la mejor respuesta pasa por una defensa inteligente de nuestros intereses y una estrategia que combine resistencia, innovación y una mirada global.

—¿Habrá incentivos para conquistar nuevos mercados?

—La apertura de nuevos mercados es una ambición legítima y necesaria para el sector oleícola. Sin embargo, cualquier estrategia de incentivos debe partir de un conocimiento del escenario al que nos enfrentamos, especialmente en lo que respecta al posible impacto de futuras políticas arancelarias. En todo caso, el impulso hacia la internacionalización no es una idea en el aire. Es una realidad que ya está en marcha. Actualmente, se están desarrollando diversas campañas de promoción del aceite de oliva y la aceituna de mesa en mercados estratégicos como Japón, China, Suiza o México. Se enmarcan dentro del programa Spain Food Nation, una iniciativa conjunta entre el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación y el ICEX que busca posicionar los productos agroalimentarios españoles como referentes de calidad y excelencia en el mundo. Estos esfuerzos promocionales son, en sí mismos, una forma de incentivo: abren puertas, generan reconocimiento de marca y siembran confianza en el consumidor internacional. Con un enfoque bien dirigido, respaldado por políticas adecuadas y una colaboración público-privada efectiva, el sector cuenta con herramientas valiosas para consolidarse más allá de sus fronteras naturales. La conquista de nuevos mercados no solo es posible, sino que ya es una realidad creciente.

—¿Qué resultados tiene el Decálogo del Olivar que presentó usted en 2020?

—Desde su presentación en 2020, el Decálogo del Olivar se ha convertido en una guía eficaz y realista para fortalecer este pilar de nuestra cultura agraria. Su desarrollo, prácticamente completo a través de la Hoja de Ruta para el Sector del Olivar, está arrojando resultados muy positivos. Uno de los hitos más relevantes ha sido la puesta en marcha de la Norma de Calidad del aceite de oliva, un instrumento clave para preservar y proyectar la excelencia de nuestros aceites tanto en el mercado nacional como internacional. Es una norma que refuerza el prestigio del producto y garantiza al consumidor un estándar acorde con la tradición y el esfuerzo del sector. Asimismo, merece especial atención el respaldo al olivar tradicional, uno de los grandes patrimonios vivos de nuestro medio rural. A través de la Política Agraria Común (PAC), se han articulado medidas específicas, como los ecorregímenes o las ayudas asociadas, destinadas a aquellos olivares con dificultades estructurales, pero de alto valor medioambiental. En suma, creo que no exagero si afirmo que el Decálogo ha sido una hoja de ruta realmente transformadora y que está sentando las bases de un futuro más sostenible, competitivo y justo para el olivar español.

—¿Cuáles considera que son los principales desafíos del sector olivarero en general?

—El sector olivarero, como buena parte de la agricultura mundial, se encuentra actualmente en una encrucijada marcada por dos grandes desafíos: el cambio climático y el relevo generacional.

El primero, de carácter global, genera una creciente incertidumbre en los calendarios y rendimientos agrícolas. En este contexto, se vuelve urgente avanzar hacia un modelo de agricultura que sea, al mismo tiempo, más resistente y más flexible. Lo cierto es que la adaptación climática no es una opción, sino una necesidad estratégica para garantizar la viabilidad futura del sector. Contamos con la tecnología y la innovación para ese proceso transformador hacia un nuevo modelo de producción agraria. El segundo gran reto es de índole estructural: asegurar el relevo generacional en el campo. Vinculado también al proceso de innovación tecnológica, desde el Gobierno y el Ministerio, trabajamos para que las generaciones más jóvenes encuentren en la agricultura y en el olivar, en particular, una oportunidad digna y sostenible. La incorporación de jóvenes y la transmisión de conocimiento son ejes fundamentales de nuestras políticas de desarrollo rural. Se trata de garantizar la continuidad del olivar, pero también del territorio y de las comunidades agrarias que lo habitan. Ambos desafíos requieren una mirada de largo alcance, estrategias integradas y el compromiso conjunto de las administraciones, el sector y la sociedad. Sólo así podremos conseguir que el olivar siga siendo sinónimo de identidad, riqueza y futuro para nuestros pueblos.

—¿Qué opinión le merece el Plan Estratégico del Olivar anunciado por la Junta?

—El olivar no es sólo un cultivo. Es parte esencial del paisaje, la cultura y la economía andaluza. Andalucía, como líder mundial en la producción de aceite de oliva, tiene en este sector un motor clave para su desarrollo rural y agroalimentario. En este sentido, el Plan Estratégico del Olivar aprobado por el Consejo de Gobierno andaluz representa una iniciativa ambiciosa, que refleja una visión compartida con los objetivos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. El reto, ahora, es convertir esta estrategia en una verdadera palanca de transformación. Para ello, será esencial trabajar de manera colaborativa entre administraciones, sector y agentes sociales, con el fin de lograr un olivar rentable, generador de empleo rural, ambientalmente sostenible y competitivo en los mercados globales.

Jaén
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