La plenitud de la Pasión de Cristo, derrochada por la Buena Muerte, en resumen

La procesión completa su recorrido envuelta por el fervor de una multitud

17 abr 2025 / 18:45 H.
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Desde la Catedral, como espectadora de lujo y retablo vandelviriano como telón de fondo, hizo su salida procesional la Cofradía de la Buena Muerte. Desde primeras horas de la tarde, los alrededores del centro histórico comenzaron a llenarse de fieles y devotos, muchos de ellos llegados desde distintos puntos de la provincia, ansiosos por revivir una de las citas más emblemáticas de la Semana Santa jiennense: la fusión entre la cofradía y la Legión. Una unión sellada hace más de cinco décadas con el nombramiento del Segundo Tercio Duque de Alba como gobernadores de honor de la hermandad, informa Juanjo Armijo. En esta ocasión, fue la banda de guerra de la Legión del II Tercio Duque de Alba de Ceuta, el que hizo su entrada en la Plaza de Santa María apenas unos minutos antes del inicio de la procesión, con el habitual porte que eleva la emoción de todos los presentes.

Con puntualidad, la cruz de guía de la hermandad comenzó su recorrido, seguida de un largo cortejo de hermanos de luz que avanzaba con recogimiento por la calle Campanas, abriendo paso al Santísimo Cristo de la Buena Muerte, obra del insigne Jacinto Higueras. El crucificado, que impresiona de forma sobresaliente en un monte floral de clavel rojo, avanzaba al son de la Banda Militar del Tercio, que interpretaba con solemnidad el emotivo “Novio de la Muerte”, provocando el bullicio de aplausos en una plaza atestada de fervor. Minutos después hizo su salida el trono del Cristo descendido de la Cruz, recientemente restaurado. Una de las principales intervenciones patrimoniales de este año ha sido la restauración de las manos de las tres Marías que componen el grupo escultórico, María la de Cleofás, María Magdalena y la Virgen María, devolviéndoles la expresión y delicadeza original que talló Víctor de los Ríos. Este trono fue portado por un nutrido grupo de jóvenes anderos, que con ilusión y devoción recorrieron las calles jiennenses bajo los sones de la Banda de Cornetas y Tambores del Rosario de Linares.

Con la cofradía ya avanzada por la calle Álamos, salió desde la Catedral el trono de Nuestra Señora de las Angustias, una de las dolorosas más veneradas de la ciudad, obra del granadino José de Mora. La imagen se alzaba sobre el portentoso trono de Palma Burgos, bellamente decorado con un elegante conjunto floral compuesto por rosas crema, orquídeas blancas, eringium y esparraguera blanca, que realzaban su rostro de serena resignación. Tras la Virgen, la Banda de Música Pedro Morales. El recorrido de la corporación fue transcurriendo por las calles Álamos, Eduardo Arroyo y Madre Soledad, para acceder a la calle Roldán y Marín, y tras pedir la “venia” en el palquillo de horas, iniciar el itinerario oficial. El Cristo de la Buena Muerte llegó de nuevo a la Plaza de Santa María, donde cientos de personas lo esperaban para reencontrarse con los otros dos pasos. El Descendimiento subió con dificultad la calle Campanas por el peso de la estructura, aunque solventado gracias al esfuerzo y la ilusión de sus portadores. La Virgen de las Angustias demostró, una vez más, el buen hacer de sus caballeros de trono, que la condujeron con firmeza y elegancia a la Catedral. Con los últimos compases del día apagándose en el cielo, y tras una despedida colmada de fervor y emoción, la Cofradía de la Buena Muerte cruzó de nuevo el umbral de su templo. Así concluyó una tarde para el recuerdo, en la que, con las otras dos hermandades del Miércoles Santo, dejó patente que, cuando la fe se abraza con entrega y la voluntad no flaquea, el querer es siempre poder.

Jaén
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