El tesoro de Jaén de Bracamoros

Los “hermanos” de América hallan un gran templo, pero no tienen dinero para desenterrarlo

10 ene 2017 / 11:23 H.

Jaén de Andalucía y Jaén de Cajamarca, en Perú, son tierras muy lejanas, pero comparten muchas similitudes. Al igual que el “mar de olivos” pelea euro a euro fondos para continuar desenterrando Cástulo o sus legados íberos que emanan por muchos de sus rincones, Jaén de Bracamoros —los paisanos peruanos— se acaban de topar con un gran tesoro. Un templo construido sobre piedras colocadas que forman una perfecta espiral compone tres contextos funerarios individuales y otro múltiple acaba de emerger de lo que antes era un basurero público. El enterramiento sirve para documentar la presencia de antiguas sociedades amazónicas —al igual que pasa en el Jaén español con los íberos—, que marcan el inicio de la civilización.

Cuenta con 5.300 metros cuadrados y se sospecha que tiene cinco mil años de antigüedad. En cambio, tal y como publica el periódico El Comercio, la falta de presupuesto puede acarrear que este proyecto se vea frustrado. Las excavaciones en una parcela —en Montegrande— comenzaron en mayo gracias a los fondos del Plan Bianual Perú-Ecuador que, junto con el Ministerio de Cultura, aportaron una cantidad suficiente para que la iniciativa saliera hacia adelante. En cambio, desde octubre, ha subsistido a duras penas.

“Apenas hemos llegado al 20% del templo en espiral. Habremos excavado unos dos de los nueve metros que tiene de profundidad”, manifiesta el director del proyecto arqueológico, Quirino Olivera, en unas declaraciones realizadas a El Comercio. No obstante, añade que tendrán que volver a sepultar lo que ya han conseguido sacar a la luz, ya que no existe dinero suficiente para continuar con el proyecto arqueológico ni para garantizar una conservación adecuada. Temen que la lluvia destroce su tesoro.

En una de las esquinas del templo en espiral, en una posición dirigida al sol, está el primer contexto funerario. Son los huesos de un joven de entre 16 y 18 años enterrado junto a algunas ofrendas y algunos fragmentos de cerámica polícroma. Se trataría de un joven soldado de alta jerarquía que fue enterrado en esa posición como vigilante espiritual del templo.

Pero uno de los mayores hallazgos está a cuatro metros de profundidad, en el centro del espiral. Ahí yace la tumba del personaje más importante de esta cultura. Sin embargo, por falta de presupuesto no se puede desenterrar para continuar con la investigación científica.