El futuro de la apicultura, inestable por la baja renta

Los costes de producción de la miel superan a los de venta y el relevo generacional “da miedo”

20 may 2019 / 12:46 H.

Mientras que los costes de venta de miel en Jaén se sitúan en un precio que ronda los 2,60 euros el kilo, los de producción llegan a ser de hasta 2,65. Así lo apunta Tomás Torralba, responsable de la Área de Apicultura de COAG-Jaén, quien se lamenta de que esta situación haga que el futuro del oficio sea más “inestable”.

Con estos números sobre la mesa, Torralba resalta que hay variedades de miel, como la de Mil Flores, que a pesar de su calidad están a la venta por precios realmente bajos. “Es poca la que se está sacando y, encima, el precio no llega a cubrir los costes de producción”, incide. Sobre esto, el responsable de Apicultura explica que en esta profesión soy muy dependientes de los precios del gasoil (que a fecha del 13 de mayo, está a 1,258€ euros el litro y refleja un aumento en el precio constante desde enero de este año). “Los apicultores están aguantando para que el oficio no se pierda. Se ha podido vivir dignamente de ella, pero ahora mismo estamos a la baja”, declara.

Aún así, en la provincia se mantienen en activo entre 220 y 230 apicultores, aunque Torralba indica el censo sube y baja. “La edad de los apicultores es bastante alta. Al final, la gente se jubila y quita las explotaciones porque la cosa está dura para continuar con ellas”, añade. Respecto a esto, el responsable de COAG señala que el relevo generacional en las colmenas jiennenses es complicado porque puede “dar miedo”. Así, Tomás Torralba aclara que comenzar en esta profesión es bastante caro por la necesidad de invertir en la adquisición de las colmenas y todos los utensilios necesarios para la producción de miel. “A la gente le da miedo meterse. Embargas tu vida y si te sale mal es muy duro. Cuando estás dentro, aguantas con lo que tienes, pero a quien empieza le cuesta bastante”, comenta. Asimismo, sostiene que ante esta situación son muchos los apicultores los que diversifican su actividad laboral con otros trabajos agrícolas. De esta forma, sostiene que entremezclan el cultivo del olivar —cuya producción es a partir de otoño y en invierno—, con la apicultura —cuya época es en primavera y verano—; dos áreas que, de esta forma, se complementan a la perfección.

Por otro lado, Tomás Torralba informa de que el proceso por conseguir que el etiquetado de la miel contenga todos los detalles sobre la procedencia de la misma está en manos de Bruselas. En diciembre, los apicultores se concentraron en Jaén capital para informar de los distintos tipos de miel que se comercializan y el fraude existente amparado por el etiquetado actual. Una protesta ante la entrada al mercado de mieles de “dudosa calidad”, la mayoría importadas de China, cuyo etiquetado no mostraba de forma clara su procedencia. “Están legalizando que el etiquetado ponga claramente de dónde es la miel. Solo falta el visto bueno de Bruselas para la eminente salida de la Norma de la Miel en España”, declara.

Las abejas son un punto clave en el ecosistema

Las abejas son uno de los insectos que más importancia tienen en la polinización de las flores. Algo que no solo es importante para la producción agrícola, sino también para le medio ambiente. Su desaparición del ecosistema sería, por tanto, una “catástrofe”. Así lo apunta Tomás Torralba, quien indica que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) asegura que el 70% de los alimentos provienen de la colmena gracias a su labor polinizadora. “La colmena es muy importante para el desarrollo, sobre todo de los frutales”, dice. Por desgracia, afirma que la población de abejas se mantiene “a duras penas”, porque la climatología no acompaña. “Este año a penas ha llovido y el campo no ha tenido agua suficiente como para producir sus plantas con la suficiente fortaleza. Ha sido un lujo para las plantas dar flor”, señala.

La varroa destructor, la xylella de las colmenas

Uno de los problemas a los que se enfrentan los apicultores de la provincia y que merma de forma significativa la producción está en la varroa destructor. Este pequeño ácaro parasita a las poblaciones de abejas de tal manera que las debilita considerablemente. “Su nombre la califica muy bien”, apunta Tomás Torralba, quien explica que para que los apicultores puedan deshacerse de esta plaga han de recurrir a tratamientos ecológicos en las colmenas, ya que los medicamentos no funcionan ya. Sobre esto, señala que, con el paso de los años (llegaron a España en el 86), el ácaro se ha acostumbrado a los tratamientos anteriores y, ahora, han de usar ácidos orgánicos conjuntamente con una serie de manejos: “Hay que retirar la cría en épocas que no son las correctas, enjaular a la reina para que no ponga y, después, tratar a la varroa. Esto conlleva una cantidad de trabajo impresionante”.