Dar voz a una mudez sistémica

Cuatro expertas analizan en la UJA las claves sobre la violencia de género en mujeres mayores

26 nov 2021 / 13:17 H.
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La obligación de poner en la mesa el plato del macho alfa antes que a ninguno, la culpabilidad por no tener la casa como los chorros del oro cada minuto de cada día, un “castigo” por haber guardado unos ahorrillos propios, la reducción del mundo a las paredes del hogar marchito, el asumir que “esto es así”, ese maldito “es que esto es así”. Son pequeños peldaños de una atroz escalera llamada violencia de género cuyo ascenso, si no se detiene a tiempo, conduce a un brutal destino: el asesinato machista. La mayoría de entes sociales coinciden en apuntar que la educación desde edades tempranas es clave para identificar y atajar cuanto antes todos aquellos comportamientos que, aunque asumidos y en apariencia inofensivos, alimentan el avance hacia ese fin fatal. Pero, ¿qué ocurre cuando no se ha tenido acceso a esa clase de educación? ¿Qué pasa si una ha crecido en un mundo que, históricamente, la ha relegado a un papel secundario y de sumisión con respecto al padre, al marido, al hombre?

El Salón de Grados del edificio A3 de la Universidad de Jaén (UJA) acogió ayer el foro “Víctimas invisibles: la violencia de género en las mujeres mayores”, organizado por la UJA y promovido por Clece. El vicerrector de Estrategia y Gestión de Cambio de la UJA, Juan Manuel Rosas, inauguró la cita junto al delegado de Clece en Andalucía Oriental, David Cobo, y la decana de la Facultad de Trabajo Social de la UJA, Juana Pérez, quien, además, ejerció de moderadora en la charla-coloquio que ocupó la mayor parte de la iniciativa y en la que participaron la magistrada del Juzgado de Violencia de Género de Jaén, Isabel María Moreno; la decana de Trabajo Social de la Universidad Pablo de Olavide, de Sevilla, Rosa María Díaz; la responsable de Coordinación de Clece del Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD) de la Diputación de Jaén, Queti Quirós, y la directora adjunta del área de Igualdad y Bienestar Social de la Diputación de Jaén, María Celestina Martínez. Cuatro mujeres, cuatro voces autorizadas, cuatro puntos de vista de sendos sectores profesionales sobre el mismo problema y una conclusión común: la violencia de género ejercida contra las mujeres mayores de 65 años es la más desconocida y, por ende, la más difícil de identificar y de combatir. El porqué es aterrador: numerosos factores culturales heridos de patriarcado y adquiridos durante años las han dejado mudas. Contar con más recursos y apostar por la formación y la concienciación social son las claves para darles voz.

“La UJA tiene el empeño de formar en igualdad”

<i>JUAN MANUEL ROSAS SANTOS - Vicerrector de Estrategia y Gestión de Cambio de la UJA</i>
JUAN MANUEL ROSAS SANTOS - Vicerrector de Estrategia y Gestión de Cambio de la UJA

“La violencia contra las mujeres es una de las expresiones más dramáticas de la desigualdad de género en el mundo”, expresó el vicerrector de Estrategia y Gestión de Cambio de la Universidad de Jaén, Juan Manuel Rosas Santos. “Es algo que casi te avergüenza de ser humano”, añadió. Rosas aseguró que, en la Universidad de Jaén, “como todos los que son parte de la Generación UJA saben”, el “compromiso con la igualdad y los objetivos de desarrollo sostenible” se encuentran “en el ADN de la universidad”. “Hay que formar en igualdad, es un empeño que tenemos en la Universidad de Jaén”, manifestó. El vicerrector de Estrategia y Gestión de cambio aseguró que foros como el promovido por Clece sobre violencia de género en mujeres mayores “son relevantes”. “Mantener vivo el 25N es relevante, todos los días son 25N mientras sigamos en esta situación”.

“Aunamos conocimientos y nuestra experiencia”

La decana de la Facultad de Trabajo Social de la Universidad de Jaén, Juana Pérez Villar, aseguró que, en cuanto Clece propuso a la institución universitaria la celebración del foro “Víctimas invisibles”, “nuestra Facultad se unió al proyecto casi con los ojos cerrados”. “Es un tema lo suficientemente importante como para darle espacio, visibilidad y voz en un día como el de hoy —por ayer, Día de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer—”. Pérez explicó que ambas partes, Clece y la universidad, “coincidíamos en darnos cuenta de que, muchas veces, al hablar de violencia de género, en el imaginario de muchas personas hay otros perfiles de mujeres que no son las mayores”. De ahí la importancia de celebrar la charla-coloquio de ayer. “Esperamos que abordar este tema nos ayude a todos y a todas a dar visibilidad a esta problemática”, sentenció.

“Las mujeres mayores sufren una doble discriminación: por razón de género y por su edad”

<i>ISABEL MORENO ALMAGRO - Magistrada del Juzgado de Violencia de Género de Jaén</i>
ISABEL MORENO ALMAGRO - Magistrada del Juzgado de Violencia de Género de Jaén

La magistrada del Juzgado de Violencia de Género en Jaén, Isabel Moreno Almagro, comenzó su intervención ofreciendo unas cifras contundentes: “En Andalucía hay 404 casos activos de víctimas de violencia de género mayores de 65 años, y 47 de ellas son de Jaén. De las 1.118 mujeres asesinadas por sus parejas desde 2003, 38 han muerto este año y 4 eran mayores de 65 años. Esto pone de manifiesto la magnitud de la violencia de género ejercida sobre las mujeres a lo largo de su vida”, expresó.

Para Moreno, las mujeres mayores sufren una doble discriminación: una por razón de género y otra por razón de edad o, lo que es lo mismo, por “edadismo”. La magistrada señaló varios de los factores que hacen que la vulnerabilidad de estas mujeres en cuanto a violencia de género aumente: “El trabajo asociado a ser amas de casa con dependencia económica del marido, el estar ligadas a tradiciones sexistas y a valores religiosos del matrimonio por las que todas viven pensando que tienen que aguantar las agresiones de su marido, un alta influencia del qué dirán y la brecha generacional en el uso de nuevas tecnologías”. Según Moreno, las limitaciones para usar internet de las mujeres mayores de 65 años “implican menos oportunidades de acceso a información y a los recursos de atención, es decir, menos oportunidades de empoderamiento”. Otro factor señalado por la magistrada es que “muy pocas mujeres mayores” cuentan con vehículo propio “y no tienen independencia para trasladarse de un lugar a otro”, lo cual se agrava en el ámbito rural. “Como consecuencia de ello muchas mujeres mayores no se plantean separarse de sus maridos ni presentar una denuncia. Ello hace que se deteriore su salud y que tengan más riesgo de sufrir violencia y de que esta sea más grave”, indicó.

“El Observatorio de Violencia de Género concluyó que el 80 por ciento de las mujeres asesinadas no había denunciado”, añadió la magistrada, quien explicó que esa “invisibilización” del problema se agudiza en las mujeres mayores. “Tienen miedo a las amenazas, a la venganza, al qué dirán. Además, suelen tener una vida asentada y sin medios para separarse de su agresor”. A ello hay que sumar la falta de apoyo de familiares y amigos. “Hay muchos casos en los que los hijos se desentienden del asunto”, aseguró.

Moreno consideró que, para poner remedio a esas situaciones, se necesitan “más equipos profesionales en el ámbito rural” y que en las grandes ciudades “se incremente la ratio de profesionales especializados en violencia de género”. “Hay que desarrollar proyectos y campañas de visibilización, y crear planes de detección precoz. Los servicios sociales están para abrir los ojos a estas mujeres”, dijo.

En el caso de las mujeres que sí interpongan denuncias contra sus agresores, “es fundamental escucharlas mejorando, sobre todo, el apoyo psicosocial y el asesoramiento jurídico adecuado a su edad”.

“Hay mujeres que han podido estar violentadas desde la cuna hasta la muerte”

<i>ROSA MARÍA DÍAZ JIMÉNEZ - Decana de Trabajo Social de la Universidad Pablo de Olavide, de Sevilla</i>
ROSA MARÍA DÍAZ JIMÉNEZ - Decana de Trabajo Social de la Universidad Pablo de Olavide, de Sevilla

La decana de Trabajo Social de la sevillana Universidad Pablo de Olavide, Rosa María Díaz Jiménez, coincidió con Isabel Moreno en señalar el edadismo o el “ageísmo”. Según explicó, “una de las premisas con las que nos encontramos desde el ámbito académico y las investigaciones científicas es que el maltrato a personas mayores ha pasado por alto las cuestiones de género y que las cuestiones de género han pasado por alto las cuestiones de edad”. Ello conduce, según la experta, a que la violencia de género en mujeres mayores siga siendo un tema “invisible” y “oculto”. “En el ámbito académico hay dificultades para encontrar datos y discursos que poder analizar. Las mujeres mayores no identifican el maltrato y se prestan el rol impuesto culturalmente de cuidado hacia los demás aunque las estén matando. Ser mujer es un factor de riesgo mucho más alto que ser físicamente dependiente”, manifestó.

Para la decana de Trabajo Social de la Universidad Pablo de Olavide, no hay dudas de que la violencia de género “está potenciada por factores culturales” que hacen que las mujeres mayores de 65 años “hayan podido estar violentadas desde la cuna hasta la muerte”. Por otro lado y según Díaz, la mujer mayor sufre “una mayor diversidad” en las formas de maltrato: “Suma casos de negligencia y autonegligencia, abuso económico, abuso de actividades domésticas y, en algunos casos, abuso sexual”, algo que —esto último— “no identifican jamás” por su “falta de autopercepción de los malos tratos”. “Ahora está de moda la revolución de las canas en las mujeres, que poco a poco irá calando. Pero tradicionalmente, a las mujeres, a medida que se nos ponía el pelo blanco, se nos ha dicho que nos afeamos, que dejamos de ser atractivas, y eso es violencia”. Por eso consideró que la misión de “la universidad, la academia y la ciencia” es “conceptualizar” la violencia de género para que su identificación previa a la denuncia sea más sencilla. “La investigación tiene que servir para dar forma, dar cuerpo y sustantivo a cada uno de los peldaños de la escalera de la violencia para que la sociedad pueda identificarlos, que les duelan, que se eleven protestas de ley y que estas puedan ser ejecutadas en el Juzgado. Conceptualizar todos los tipos de violencia machista significa consolidar una demanda social para que se tipifique esa violencia y se generen recursos contra ella”. Para lograrlo, Díaz aseguró que es necesario contar con más medios, “reivindicar en las universidades” que educar contra la violencia de género “sea una cuestión transversal” y fomentar la cooperación entre entidades.

“El papel de las auxiliares de Ayuda a Domicilio es clave para detectar el problema”

<i>QUETI QUIRÓS GONZÁLEZ - Responsable de coordinación de Clece del SAD de la Diputación</i>
QUETI QUIRÓS GONZÁLEZ - Responsable de coordinación de Clece del SAD de la Diputación

La responsable de coordinación de Clece del Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD) de la Diputación de Jaén, Queti Quirós González, mostró su satisfacción por ver “cómo hay tantas personas sensibilizadas” sobre la violencia de género en personas mayores, “un tipo de violencia que tiene víctimas invisibles”. Pese a las dificultades para identificarla, Quirós aseguró que “no hay tantos profesionales para tratar el problema sino en Clece”.

Quirós detalló que, en la provincia de Jaén, el SAD cuenta con un equipo de 1.256 profesionales auxiliares “de los que el 99 por ciento son mujeres” para atender 6.270 personas usuarias entre 67 municipios de menos de 20.000 habitantes. “El mapa de actuación en la provincia es muy amplio, y el de la violencia de género hacia las mujeres mayores es un tema que nos preocupa mucho, nos importa, existe y nos da pena, pero también agradecemos ser partícipes de la ayuda a las personas que lo sufren”, expresó.

La responsable de coordinación de Clece del SAD de la Diputación expuso algunas de las conclusiones derivadas de su propia experiencia en la atención de usuarias del servicio. “El maltrato que existe entre las personas mayores es, principalmente, hacia la mujer. Sólo en dos casos de los que hemos atendido la víctima era el hombre; en el resto, era la mujer”. Quirós describió que el comportamiento del hombre “suele ser autoritario y dominante hacia la mujer”: “Ordena cómo hacer las cosas, a él hay que servirle primero la comida... Además, en la mayoría de los casos, los hijos dan por normalizada estas conductas, las justifican e incluso han dificultado los procesos de intervención”.

La responsable de Clece añadió otra vertiente más del problema: “Nuestras auxiliares también sufren violencia machista. Si el usuario es un hombre que reside con su mujer, no usuaria, y ella está en otra habitación o ha salido de casa, las auxiliares han llegado a sufrir insultos, tocamientos e intentos de abusos sexuales. En muchos domicilios existe violencia machista”, aseguró.

Siguiendo con la figura del profesional auxiliar, Quirós explicó que este “juega un papel fundamental” en la visibilización de la violencia de género. “Las usuarias suelen confiar en las trabajadoras, se apoyan en ellas y les cuentan su día a día, las dificultades que puedan estar atravesando”. Por ello reivindicó “más herramientas” para que las auxiliares puedan identificar el maltrato. Además, indicó que Clece tiene su propio protocolo de intervención “adaptado a las características de cada persona”, si bien señaló que es necesario “hacer partícipes a los familiares”.

“La concienciación sobre toda clase de violencia de género tiene que ser transversal”

<i>MARÍA CELESTINA MARTÍNEZ - Directora adjunta del área de Igualdad y Bienestar Social de la Diputación</i>
MARÍA CELESTINA MARTÍNEZ - Directora adjunta del área de Igualdad y Bienestar Social de la Diputación

n María Celestina Martínez Alarcón, directora adjunta del área de Igualdad y Bienestar Social de la Diputación, explicó que la Administración supramunicipal “trabaja desde hace tiempo” en el desarrollo de “acciones de sensibilización” sobre la violencia de género, algo que “se evidencia” en el tercer Plan Provincial para la Igualdad de Hombres y Mujeres 2017-2020. “Estamos convencidos de que promover la igualdad es la mejor manera de erradicar la violencia hacia las mujeres. Hemos de ser conscientes de la discriminación a la que nos someten el patriarcado, el androcentrismo y los roles, estereotipos y normas de género, y por eso llevamos años sensibilizando acerca de ello en la Diputación”, aseguró.

Martínez dirigió el foco a la dificultad añadida que pesó sobre la lucha contra la violencia machista justo tras el estallido de la pandemia de coronavirus y el confinamiento domiciliario del primer estado de alarma, que obligó a las mujeres maltratadas a pasar más tiempo en casa con sus agresores. “Ello generó un incremento en el riesgo y las situaciones de violencia de género”, dijo.

La directora adjunta del área de Igualdad y Bienestar Social de la Diputación llamó la atención sobre el hecho de que la violencia de género “se disfraza de múltiples formas”, y de ahí la dificultad, muchas veces, para detectarla, como la ejercida contra las mujeres mayores: “Nos ha costado mucho identificar este tipo de violencia porque se ha normalizado por el sistema en el que hemos aprendido a desarrollar nuestra socialización”. Por ello, señaló que este problema “necesita un abordaje complejo y estructural”, pero reivindicó “recursos y formación” para afrontar ello: “Lo primero es saber de qué estamos hablando, hacer una atención centralizada de cada caso y establecer medios para los profesionales”.

Como las profesionales con las que compartió mesa en el coloquio, Martínez consideró que “otra de las soluciones” para atajar el problema es que la concienciación sobre la violencia de género “sea transversal” en el ámbito académico, “que esté presente en todos los grados”. “Yo no soy capaz de operar a alguien a corazón abierto porque no tengo los conocimientos adecuados, y en cuanto a igualdad y violencia de género se nos ha permitido hablar sin tener los conocimientos adecuados. Tener formación con perspectiva de género significa ser capaz de atender las necesidades y los problemas derivados de la violencia machista de la manera adecuada. Tiene que generarse un conocimiento académico y formativo sobre ello en todos los ámbitos y profesiones”. En el mismo sentido, apuntó que la solución al problema “empieza con la sensibilización de toda la sociedad a todos los niveles”. “A las víctimas hay que protegerlas, hay que apoyarlas”, añadió Martínez, quien, por último, abogó por “dar un repaso” a la Ley de dependencia, que “tiene un sesgo de género”.

Jaén
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