Bigopan participa en la aventura de la gran ochiada de esta tarde
Dolores Chica, trabajadora de la panadería: “Espero que todo Jaén salga a la plaza de Santa María a probarlos con nosotros”
LA ENTREVISTA
De innovar, probar cosas nuevas y agradecer las críticas constructivas de la clientela, saben bien en la panificadora Bigopan. De ofrecer el mejor producto artesanal, también. Lo hace con mucho cariño desde 1996. Por eso, es la última panadería que se une a la gran ochiada que tendrá lugar esta tarde, en la plaza de Santa María.
—¿Cómo nace Bigopan?
—Bigopan lo funda mi suegro, José Galán Ruiz. Es él quien en 1996 empieza esta aventura. Él siempre fue panadero, hasta que la empresa en la que trabajaba cerró. Al verse con esa edad y sin trabajo, se aventuró y abrió su propio panificadora con sus tres hijos: José Antonio, Jesús y Gema. Se llama Bigopan porque su mote es el “Bigotes”.
—¿Y cómo llegan a tener diecisiete puntos de venta distribuidos por toda la capital?
—Crecieron muy poco a poco, abriendo pequeños puntos de venta y terminaron convertidos en familia. No sabemos cómo llegamos a abrir tantas tiendas, es un completo orgullo. Lo hicimos por la demanda que había, la gente nos animaba porque decían que no tenían un Bigopan en su zona. Ahora, podemos decir que Bigopan está desde Peñamefécit hasta la Alcantarilla.
—Son tres hermanos al frente, ¿cómo se reparten el trabajo?
—Cada uno tiene su campo. Se embarcaron poco a poco en el negocio y fueron adquiriendo experiencia. Tuvieron la suerte de encajar bien en lo que hacían cada uno y destacar en ese ámbito.
A José Antonio siempre le ha gustado el pan y las masas, la fermentación. Por eso, siempre se dedica al arte de la panadería, la encanta trabajar con la masa madre. Mi cuñado Jesús se perfeccionó en la pastelería. Empezó con los roscones y las tartas de San Valentín, y ahora hace de todo. Y Gema es la mente del negocio, la que inventa y desarrolla. Siempre está con la cabeza puesta en incorporar cosas nuevas y en perfeccionar lo que vendemos. Como gerente, tiene un gran esfuerzo llevar adelante tantos puntos de venta.
—En cuanto al pan que hacen, ¿por qué destaca?
—Todo el mundo nos da la enhorabuena por nuestro pan, especialmente el pan precocido, que es uno de nuestros grandes inventos. Es un pan qué solo tiene una cocción y, cuando llega a tienda, se le hace una segunda y se le puede dar caliente y como recién hecho al cliente. También sobresalen la baguete ancha, la campesina es otra de referencia. Y, asimismo, tenemos pan de espelta, de sarraceno, integral 50%, integral 100%, de fibra, gallega, de piña, lo que te puedas imaginar.
—Y la repostería tampoco se les resiste, ¿verdad?
—Hacemos repostería de gran especialidad en grandes tartas y confitería de todo tipo. Una cosa que tiene mucho éxito son las palmeras de distintos sabores: de Lotus, de Kinder, Nocilla, Ferrero, de crema, entre otros. La pastelería también es selecta y pueden encontrar tartas velvet, de Oreo, tocinata, selva negra, o de Lotus, que es una completa maravilla que encanta.
—¿Qué dicen los clientes de su negocio de panadería?
—Estamos muy agradecidos por ellos, se crean amistades porque, al final, son gente que viene de muchos años. Tanto para lo bueno, como para lo malo. Si algo apreciamos, son las críticas constructivas que nos hacen. Agradecen que innovemos e introduzcamos cosas nuevas, por ejemplo, las palmeras de nata o de Lotus tienen buena respuesta.
—¿Cuáles son esos productos por los que os dan especialmente la enhorabuena?
—Sobre todo, por los roscones. El chocolate tiene muy buena aceptación. Los ochíos esperemos que gusten también. Es una pieza de bollería única, de mucho tiempo. Va ser muy bueno que nos juntemos todos lo panaderos y cada uno aporte su toque único. Espero que todo Jaén salga a la plaza de Santa María a probarlos el próximo martes con nosotros.
—¿Por qué considera que es importante la Gran Ochiada?
—Por desgracia, la panadería y la confitería se pierden. Cada vez, quedamos menos. Esta aventura de degustación ayuda a que la gente valore lo que hacemos. No puedes encontrar un ochío artesanal con su reposo en cualquier cadena comercial. Ojalá se vuelquen con las panaderías de barrio, no se pueden sustituir.
—¿Cómo encaráis el año con un negocio que da trabajo a alrededor de 100 trabajadores?
—Venimos de una campaña fuerte. En verano, el calor incluye mucho y las ventas se resienten. El frío, sin embargo, acompaña al consumo de dulces. Después de Navidad, volvemos un poco a la normalidad. Cada día de la semana, tenemos una especialidad. Los bilbaínos el lunes o los roscos de naranja el viernes. La gente ya sabe lo que viene cada día y lo pilla con muchas ganas.