Agustín González: “Los autónomos, el corazón palpitante de nuestra economía, enfrentan una nueva puñalada”
El portavoz del PP en el Ayuntamiento señala que ya es hora de “exigir respuestas” y que el Gobierno debe implementar la exención de IVA de la UE

Cada mañana, en miles de rincones de España, un autónomo alza una persiana metálica con un nudo en el estómago. Ese chirrido, cargado de esperanza y sacrificio, es un acto de valentía en un país cuyo Gobierno parece decidido a triturar sus sueños. Abrir una tienda, encender un horno, arrancar un ordenador: son gestos de fe de quienes lo arriesgan todo sin esperar milagros. Pero Pedro Sánchez, con su enésima embestida fiscal —más de cien subidas de impuestos y cotizaciones— para 2026-2028, no solo ignora a los autónomos: los castiga con una saña que roza lo personal. ¿Qué le han hecho los más de 3,3 millones de autónomos a Sánchez para merecer este ensañamiento, este sablazo que los hunde mientras sostienen España.
Un castigo que aplasta a quienes apenas sobreviven. Los autónomos, el corazón palpitante de nuestra economía, enfrentan una nueva puñalada con incrementos de cotizaciones que van del 4% al 105%. Para quienes ingresan menos de 670 euros al mes, la cuota trepará de 220 euros en 2025 a 264,56 en 2028: un 25% más, 600 euros anuales que los condenan a elegir entre comer o pagar al Estado. Imagina a María, una joven peluquera que acaba de terminar sus estudios y abre su propio salón en un pueblo pequeño. Ha pedido un préstamo, ha decorado el local con sus ahorros, ha llenado su agenda de ilusión. Cada mañana, al abrir, su corazón late entre la esperanza y el miedo. Sabe que no hay red si cae, que su sustento depende de los clientes que entren. Y cuando empieza a ver la luz, el Gobierno le clava un nuevo recibo: el 40% de sus ingresos se esfuma en impuestos. Su sueño, construido con sudor, se desmorona bajo el peso de cuotas y burocracia. En el tramo medio (2.030 a 2.330 euros), la cuota subirá de 390 a 428,53 euros en 2026, sumando 1.800 euros más para 2028. Los de mayores ingresos sufrirán aún más: en el tramo más alto, la cuota se duplicará, de 590 a 1.208,73 euros mensuales, un incremento del 105% que parece diseñado para quebrar cualquier atisbo de éxito. Como clama Lorenzo Amor, presidente de ATA, “es un sablazo”. ¿Por qué Sánchez castiga con tanta crueldad a quienes se levantan cada día para sobrevivir? Estas subidas, que se suman a los incrementos de 2024 y 2025 (un 8% de media, hasta un 15% en los tramos altos), no son ajustes: son una bofetada a quienes ya están de rodillas. En un país donde la inflación devora los márgenes y la burocracia asfixia, ¿es el esfuerzo de los autónomos, su capacidad de resistir, lo que tanto molesta al Gobierno?
Un abandono que apesta a desprecio. Hoy, 3.384.481 autónomos generan riqueza en España. En Andalucía, 565.000 hombres y mujeres son el motor del empleo y el dinamismo. Juanma Moreno lo entendió bien: sin ellos no hay progreso, por eso luchó por apoyarlos. Lo sé de primera mano, porque como secretario general de Empleo y Autónomos durante cuatro años vi su entrega incansable. Bajo su liderazgo, Andalucía se convirtió en tierra de emprendimiento, liderando el número de autónomos en España. Mientras tanto, Pedro Sánchez actúa al revés: el Gobierno central se atrinchera en la Moncloa, repartiendo favores a independentistas y privilegios a minorías territoriales para aferrarse al poder, mientras abandona a los autónomos a su suerte. ¿Por qué los autónomos, que solo piden un trato justo, son los eternos olvidados? La propuesta de nuevas cuotas es la última estocada en una lista interminable de agravios, un castigo deliberado a quienes se atreven a emprender en un país que parece despreciar
su valentía.
La Ley de Segunda Oportunidad: una promesa pisoteada. En 2015, el Gobierno de Mariano Rajoy abrió una puerta con la Ley de Segunda Oportunidad, un salvavidas para que los autónomos pudieran rehacerse tras un fracaso. Fue un reconocimiento a su coraje. Pero con Sánchez, esa puerta se ha cerrado con un candado de indiferencia. La reforma de la Ley Concursal de 2022, vendida como un avance, es un insulto: limita la exoneración de deuda pública a unos míseros 20.000 euros, dejando a miles de autónomos atrapados en un infierno de deudas. ¿Qué les han hecho los autónomos a Sánchez para que su Gobierno los condene a esta asfixia financiera? Este abandono no es un descuido: es una decisión política que prioriza el sillón de la Moncloa sobre la supervivencia de quienes generan riqueza.
Europa avanza, España castiga. La Directiva (UE) 2020/285, que exime del IVA a negocios con facturación inferior a 85.000 euros, es un respiro para los autónomos europeos. Francia y Alemania ya la aplican, pero España, bajo Sánchez, ha incumplido el plazo de transposición fijado para el 1 de enero de 2025. Esto condena a los autónomos españoles a seguir pagando un IVA que no deberían, a lidiar con una burocracia que los ahoga y a perder competitividad frente a sus vecinos europeos. Un autónomo que factura 20.000 euros al año debe gastar en gestores y adelantar impuestos que en otros países no existen. ¿Por qué Sánchez insiste en mantener a los autónomos en desventaja? ¿Es su espíritu emprendedor lo que quiere aplastar?
Un ataque a la cultura del esfuerzo. Los autónomos encarnan el esfuerzo: trabajan sin horarios, sin red, asumiendo riesgos que el Estado no solo no recompensa, sino que castiga con saña. En Jaén, como alcalde, vi la angustia de los pequeños comerciantes que luchan por mantener sus negocios abiertos mientras los impuestos los estrangulan. Cada persiana que se levanta es un grito de resistencia, pero también un blanco fácil para un Gobierno que parece odiar su sacrificio. Subir las cotizaciones hasta el 40% de la facturación en los tramos más bajos y duplicarlas en los más altos es un mensaje claro: Sánchez no valora a quienes arriesgan todo por España.
Un país que debe defender a sus héroes. Defender a los autónomos no es una cuestión de ideología: es una cuestión de justicia y supervivencia nacional. Son ellos quienes sostienen la hostelería, el comercio, la innovación. Cada autónomo que cierra su negocio es una derrota para España. En Jaén, donde el comercio local es la columna vertebral de la economía, estas medidas son un ataque directo al alma de la ciudad. Recuerdo a Jorge, un autónomo jiennense que conocí como secretario general de Empleo, en los días más oscuros de la pandemia. “Solo queremos que nos dejen trabajar y crecer”, me dijo. Esa frase resume el clamor de millones de autónomos que, sin pedir privilegios, sostienen con su esfuerzo la economía real. Cada persiana que se levanta al amanecer es un acto de fe, un compromiso con su tierra y con España. Si el Gobierno no puede protegerlos, que al menos no los castigue con esta crueldad.
Es hora de exigir respuestas. Pedro Sánchez debe explicar por qué persigue a los autónomos con este ensañamiento. El Gobierno debe retirar este sablazo fiscal, implementar la exención de IVA de la UE, reformar de verdad la Ley de Segunda Oportunidad y reducir la burocracia que los asfixia. Porque castigar a quienes levantan España es condenar el futuro de todos.