Adiós al Land Rover

La marca anuncia el fin de la fabricación de un coche muy ligado al campo, al olivar y a los pueblos y que se hizo desde 1959 hasta 1985 en Santana y luego dejó “herederos”

13 ene 2016 / 09:44 H.

Adiós al Land Rover. El todoterreno por excelencia del olivar y del campo de Jaén ya no se fabricará más. El grupo indio Tata Motors —actual propietario de la marca— acaba de anunciar el fin de la producción de la serie Defender, que es el último modelo de un vehículo que todavía hoy se puede ver en buena parte de los municipios olivareros. No obstante, los coches que aún circulan, precisamente, no son de los últimos modelos de una marca que ha estado en manos de Rover Company (1948-1966), Leyland Motors Ltd (1966-1986), British Aerospace (1986-1994), BMW (1994-2000), Ford (2000-2008) y Tata Motor, que es el actual propietario. La mayoría de los que todavía se ven surcar las hileras de olivos se fabricaron en la factoría Santana Motor, que firmó un acuerdo con Rover Company y lanzó el primer vehículo en 1959 —el que sale en la fotografía que hay a la derecha de estas letras—. No obstante, entonces se llamaba Metalúrgica de Santa Ana y era una fábrica que nació al amparo del Plan Jaén para construir aperos de labranzas y cosechadoras. De hecho, los primeros Land Rover que se hicieron en Jaén salían a la par de las máquinas para trabajar en olivar. Tal vez por esto se asoció muy pronto este coche al duro trabajo aceitunero. Además de por los excelentes resultados que les daba a los agricultores.

El primer modelo que se fabricó en Linares y que compraban los jiennenses se denominó industrialmente el S-I. Contaba con un motor de gasolina de cuatro cilindros y 1,6 litros. Disponía de 50 caballos y una distancia entre ejes de 203,2 centímetros. Su velocidad máxima era de 50 kilómetros por hora. Fue relevado —en 1958— por el S-II, que es el que se conoce en la provincia como “los primeros Land Rover”, ya que el primer modelo no se vio demasiado por aquí y se quedó, más bien, en Gran Bretaña. Este modelo tenía motor de gasolina y también diésel de cuatro cilindros y 60 caballos de potencia. Corría hasta 90 kilómetros por hora. A los agricultores de la provincia les gustaba mucho porque su carrocería era de aluminio. Por eso, aunque se le hiciera un agujero, se reparaba y no se oxidaba. Se fabricó en Santana y se vendió muchísimo hasta que, en 1971, salió el S-III. Tenía casi las mismas características técnicas, aunque sí que retocaba el diseño. Se comercializó hasta 1985. Entonces, tras cinco años de parón, en 1990 se lanzó la serie Defender. Precisamente, 1985 fue el año en el que se cortó la conexión que existía entre Land Rover y Jaén. A partir de entonces, se vendían coches, pero no tantos. British Aerospace cortó el contrato con Santana Motor y vendió sus acciones a la multinacional japonesa Suzuki, que empezó a fabricar los modelos Vitara y Samurai. En cambio, los agricultores jiennenses querían el Land Rover, por lo que la fábrica linarense decidió crear un modelo muy parecido, que se denominó Santana. De hecho, convivió durante mucho tiempo con Suzuki. En cambio, en 1990, con el lanzamiento de la línea Defender, acabó por extinguirse ante la promoción del nuevo vehículo de la tradicional marca Land Rover.

Sin embargo, después de la crisis en la factoría y la cesión de las acciones de Suzuki a la Junta —tras el plan de salida que se diseñó para la multinacional japonesa—, en Santana se confía en construir un nuevo Land Rover. Por eso, bajo los prototipos industriales anteriores —el S-I, S-II y el S-III— se lanza un nuevo modelo, que se denominó el PS-II y cuyo nombre comercial fue Santana Aníbal. Consiguió convertirse en el vehículo oficial del Ejército de España —para menos de tonelada y media— y se firmaron muchos contratos comerciales para unidades forestales, pero le faltó pujanza para el gran mercado. La última apuesta fue el Iveco Massif, también inspirado en el PS-II, aunque la marca, tras casi dos años de estudio, no lo vio viable. Ahora, Tata tampoco confía en el Defender, pese a que miles de jiennenses aún lo tienen como una joya.

“Era tan bueno que nunca se rompía”
Vicente Martínez |
Exdirector comercial y de márquetin de Santana motor y sus marcas
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Vicente Martínez entró en Santana Motor en 1979. Fue su director de Márquetin y estuvo al frente de sus marcas hasta el final. “La fabricación del Land Rover coincidió con los mejores momentos de la factoría. Recuerdo que, cuando entré en la fábrica, había 4.000 personas”, manifiesta. “En Jaén, no hay pueblos sin Land Rover. Muchos agricultores, incluso, le cambiaron el motor y lo conservan porque es el primer todoterreno de verdad que se hizo para trabajar en el campo. Llegamos a hacer hasta Land Rover sin ruedas, que tenían raíles para introducirlos en las vías”, cuenta Vicente Martínez. “Estoy convencido de que era un coche para toda la vida. Tan bueno, que le costaba romperse. Bromeábamos y decíamos que era el gran problema que lastraba las ventas. Si al cabo de los años seguía igual, la gente nunca renovaba el vehículo”.

Pese a que el modelo Aníbal —el último intento en Linares por seguir la estela de Land Rover con el prototipo industrial PS-II— también se ha dejado de fabricar, todavía existe un equipo que trabaja para suministrar de piezas a los talleres que arreglan este coche. “Land Rover fue parte de nuestra empresa desde 1959, cuando sale el primer vehículo, hasta 1985. Coincidió con los mejores años de la fábrica debido a la gran proyección que tenía este vehículo en el mercado. Era perfecto para un país que necesitaba un todoterreno de trabajo para ahorrar costes en la agricultura”, afirma. Ahora, Tata da por extinguida la marca, aunque el Defender siempre fue más comercial y descafeinado que el Land Rover que aún se ve por Jaén.