Un maestro del pincel
Son dos las grandes pasiones del matador Sebastián Palomo Martínez. Una es el mundo del toro, al que dedicó su trayectoria profesional. La otra, el arte de la pintura, faceta a la que se ha entregado tras abandonar los ruedos.


Palomo Linares comparte dos grandes aficiones en su vida. De hecho, desde siempre llegó a considerarlas auténticas pasiones a las que, con el tiempo, se pudo dedicar en cuerpo y alma. Por un lado, el toreo, y por otro, la pintura. El arte ya le acompañó, de forma muy natural, cuando era niño. El crear a través de los trazos de color no fue algo nuevo para él, le resultó casi innato, pues siempre tuvo necesidad de hacerlo. De pequeño, con unas tizas en las aceras; más tarde, sobre papel de estraza, y con los años, sobre lienzos blancos que le ofrecen la paz y el sosiego que no le daban los ruedos.
Sus cuadros representan aspectos muy variopintos, como vivencias y estados de ánimo, la luz, el color o la vida. Por supuesto, como es lógico, en sus pinturas se manifiesta el mundo del toro, ya que el ámbito de la tauromaquia ha sido crucial en su vida, aunque no está representado de forma figurativa. Su estilo pertenece más bien a un mundo gestual. El arte de “Palomo” se nutre más de sentimientos expresados a través de manchas que de una representación de los objetos de forma natural. En definitiva, emplea el lenguaje de la abstracción.
Su buen hacer con los pinceles recibe el reconocimiento y la admiración de numerosos galeristas y coleccionistas de arte. Y es que son muy diversas las exposiciones que el linarense ha protagonizado, tanto de forma individual como colectiva, no solo en España, sino también en Sudamérica y Estados Unidos. De igual forma, le avala su presencia en más de una docena de ferias internacionales de arte desde prácticamente el mismo año de su alternativa como matador de toros, cuando decidió compaginar el lienzo con el capote, la espada y la muleta.
Precisamente, en 2012, el Centro Cultural Casa del Reloj (Madrid) albergó una muestra conmemorativa sobre los 45 años de “Palomo Linares” como expositor. Su primera colección se vio en la Galería San Diego de Bogotá (Colombia), en 1967, adonde volvería varios años más tarde. Posteriormente, en 1989, presentó sus cualidades pictóricas en la Galería Eduma, dirigida por el linarense Eduardo Palomares. Aunque su carrera taurina le hizo dejar de lado los cuadros durante su época de esplendor, finalmente, pudo retomar su otra gran pasión, con plena libertad y dedicación, tras abandonar definitivamente los ruedos. De ahí que, a partir de la década de los noventa y hasta la actualidad, las obras de “Palomo Linares” se hayan multiplicado y ganado presencia y notoriedad en puntos muy diversos de la geografía nacional e internacional.
Y en su pintura también, como cabría esperar, también se puede encontrar temática minera. No en vano, su padre fue trabajador del subsuelo linarense y el propio Sebastián, siendo niño, acompañó a su querido progenitor, en más de una ocasión, a las minas de Arrayanes. Por eso, una de las obras a las que más cariño profesa es el cuadro minero que, en la actualidad, cuelga de una de las paredes de la nueva sala de exposiciones que la empresa Gourmet Sierra de Cazorla tiene abierta en Linares.
Una de las exposiciones pictóricas más relevantes del diestro “Palomo Linares” se celebró en la Plaza de Toros de Las Ventas, precisamente, uno de los lugares donde se encumbró como matador. “Divisas” fue el título de la colección con la que Sebastián rindió, en 2011, un homenaje pleno de admiración y gratitud a las ganaderías de reses bravas. El artista local mostró una pintura abstracta y creativa, cargada de fuerza, personalidad y expresión, como era su toreo. El toro es el eje sobre el que giraban sus cuadros, mostrando en ellos nobleza y agresividad, en función de los diferentes contextos en los que vive el bravo animal.
El tesón, la dedicación y el esfuerzo de “Palomo” en el ámbito de la pintura le llevaron a exponer sus obras en infinidad de galerías y salas, entre las que destacan la Galería de Arte Llamas (Bilbao), el Centro Cultural Eduardo Úrculo (Madrid), Oliva Nova (Valencia), la Sala Aires (Córdoba), la Galería Sharon Art (León), Espacio Tres (Málaga), la Casa de Jaén en Granada, el Club Antares (Sevilla), la Galería Annia (Salamanca), el Museo Dalí de Figueras (Gerona), Eurogalerías de Arte Llamas y Hondarribia (Bilbao y San Sebastián, respectivamente), Gallery Goya Art (Nueva York), Galería Cartel (Granada) o la Sala San Vicente (Valencia).