de patata

Siempre he pensado que para saber hacia dónde vamos, es necesario conocer de dónde venimos. Tener presentes nuestras raíces, cómo vivimos nuestra infancia, qué nos evoca esos recuerdos maravillosos es importante a la hora de decidir cómo queremos vivir. Soy una amante de la cocina, para nada profesional, y pienso que es una forma de transmitir a mis pequeños valores, sentimientos y compartir anécdotas de cuando yo aprendía entre las faldas de mis mayores. Por eso, para mí, hablar de cocinar es evocar esos platos sencillos que con cariño preparaba mi abuela (Mama Lola) y mi madre, de quienes aprendí a preparar platos con esmero, paciencia y mucho amor. Hoy, quiero iniciar esta sección como un homenaje a esos platos de antaño, donde muchos de vosotros os sentiréis identificados. Simplemente, pretendo recogerlos para que no caigan en el olvido y los más jóvenes sientan cómo hemos vivido. Mi infancia guarda preciosas tardes de verano en el patio de los abuelos, primaveras en el campo, otoños lluviosos e inviernos alrededor de una chimenea compartiendo platos deliciosos. Deseo que os guste.
INGREDIENTES.
1 kilo de patatas para freír, una cebolla grande, un buen chorreón de aceite de oliva virgen extra, agua (si tienes caldo de pollo, mejor), sal, cominos en grano,1 o 2 dientes de ajo, 1 o 2 huevos.
PREPARACIÓN.
En una cacerola grande pon a calentar el aceite de oliva. Mientras, pelar, lavar las patatas y cortar en rodajas. Reservar. Pelar la cebolla y cortar en tiras largas. Freír la cebolla y las patatas, como si estuvierais haciendo una tortilla de patatas. Echar un poco de sal. Cubrir con agua caliente. Dejar hervir entre 15-20 minutos. Algunas patatas se irán desmenuzando poco a poco y otras quedarán más enteras. Ese es el punto. Separar la clara de la yema del huevo. Incorporar sólo la clara. Ahora viene el momento más delicado. Machacar el diente de ajo con un poco de sal y cominos en grano al gusto. Añadir un poco de agua al mortero e incorporar a la sopa. Mezclar. Ahora hay unos segundos donde se ha parado el hervor. Antes de que rompa a hervir de nuevo, retirar del fuego. Esto es muy importante. Añadir la yema disuelta con un poco de vinagre blanco. Servir bien calentita y buen provecho.
Consejo.—Mi abuela Isabel, de la cual solo disfruté siete añitos, siempre decía: “Ajo hervido, sabor perdido”. Mi madre me lo repetía siempre que hacíamos esta sopa y yo siempre lo recuerdo cuando la hago en casa.