“Siempre estoy innnovando en mi mercería”

Valeria Farroni nació en Argentina y decidió emprender su trayectoria personal en la provincia

07 jun 2020 / 12:12 H.

Las aguas del Guadalimar, aún más coloradas y revueltas por el barrido de las tormentas del día de ayer, descienden desde los 1.770 metros de altitud, desde el pico de la Sarga, y atraviesan la Sierra de Segura de norte a sur, hasta juntarse con el Guadalquivir a la altura de Jabalquinto. En mitad de su camino, por Puente de Génave, cruzan la Avenida de la Vicaría, la misma donde Valeria Farroni, de 37 años, tiene su tienda de textiles. Llegó hace quince años a España buscando una forma de vida más estable. “Nací en Córdoba, Argentina. A los 22 años me vine a España. Yo allí cantaba folklore e iba de peña en peña, de pueblito en pueblito. Pero la situación económica estaba muy difícil y sabía que era complicado salir adelante con mis propios medios. Mi hermano mayor, que ya vivía en España, me dio la posibilidad de que me viniera y probara. Así que pensé “me voy”, junto algo de dinero y me vuelvo a Argentina. Después, trabajé varios años en orquestas del País Vasco y Santander. Pero quería conocer el resto de España, y puse un anuncio por internet y me contactó una orquesta de aquí de la Sierra, Boomerang. Así que vine a la sierra con la música. Y aquí conocí a mi marido y me quedé. Pero más allá de que esté muy enamorada, es que me gusta estar aquí. Me gusta el ambiente, es muy parecido al de mi tierra, sociable y dicharachero. Estoy muy cómoda. Yo salgo al parque con mis chiquillos y te das vuelta o lo que sea y están todas las madres cuidando a sus hijos; osea, que no es que cuido a mi hijo y ya está, no. Cuidamos entre todos. Salimos por la tarde noche a fresquear y mi hijo está con la bicicleta paseo ‘pa’ arriba’ y ‘pa’ abajo’ y yo estoy tan tranquila. Eso no lo podría hacer allí. Y no es solo por el dinero. Es porque aquí se vive bien, tranquilo. Cuando yo vine y estaba todo el mundo en crisis porque no podían cambiar de coche, yo no veía la crisis por ningún sitio, y aún hoy no la veo. Cuando era pequeña, mi madre, con un saquito, nos hacía té a los cuatro. Eso sí era crisis. Yo creo que aquí si quieres, puedes. Yo abrí la mercería hace dos años y siempre estoy innovando y buscando productos que no haya en ningún otro sitio de la zona. Así que al final no me volví a Argentina ni tengo intención de volver. Llegué a comprar mi casa allí tal y como tenía pensado, pero la vendí.”

El deseo de mejorar la vida de uno no entiende de líneas imaginadas. Afortunadamente muchos de los de allí y de los de aquí tampoco entienden ni quieren entender de nada que no sea vivir y dejar vivir con dignidad.