“Montar una clínica aquí no ha sido difícil”

Aida Obis y Celia Zorrila aseguran que asentarse en la Sierra de Segura fue acertado

07 jun 2020 / 12:04 H.

Doce del mediodía en La Puerta de Segura, donde la lluvia y el aire rompen con la inercia que venía trayéndonos ya un verano tan caluroso como esperado. La Clínica Aida abrió hace tres años, después de que su dueña, Aida Obis, de 31 años, decidiera mudarse de Barcelona a La Puerta. “Yo veraneaba en la sierra porque tengo familia aquí. El verano que terminé la carrera, como todos los años, me vine y conocí a mi novio. Entonces, elegí mudarme al pueblo. Empecé trabajando y cogiendo experiencia en otra clínica del pueblo, hasta que decidí montar la mía. La verdad es que echo muchas cosas de menos de Barcelona, sobre todo a mi familia, pero vivir aquí tiene cosas muy buenas. Montar mi clínica allí hubiera sido más difícil”. Con Aida, trabaja Celia Zorrilla, de 24 años, natural de Orcera. Ella estudió Fisioterapia en Granada y volvió a su pueblo cuando acabó los estudios. “No esperaba que me fuera a quedar aquí. Me vine porque había acabado, pero mi idea era volver a hacer las maletas en septiembre para volverme a Granada. Entonces conocí a Aida, y le di mi curriculum. Desde entonces estoy aquí, trabajando con ella. Al principio no me hacía a la idea de quedarme, me parecía imposible no irme en septiembre, como cada año. Pero me surgió la oportunidad de trabajar en lo que yo quería y ahora me alegro de haberme quedado”. Aída, entre risas, nos cuenta que ella tampoco hubiera pensado nunca en quedarse, “pero ya llevo muchos años y he terminado por acostumbrarme a esta vida tan distinta a la de la gran ciudad. Lo que pasa es que a mí me gusta mucho ver caras nuevas, y en Barcelona siento libertad al pasar desapercibida. Es la misma libertad que siento cuando voy a la sierra a pasear.” Celia, que está más acostumbrada a esa falta de anonimato, dice que nunca se aburre. “Entre semana, estoy trabajando y no paro, y cuando llega el fin de semana, vienen mis amigas aquí al pueblo o voy yo a verlas donde estén. A muchas de ellas también les gustaría venirse. Yo las estoy convenciendo (ríe). Una amiga mía quería hacer un máster, pero ahora con esto del virus dice que quiere venir. Otras están estudiando oposiciones de Magisterio y para el Registro y quieren optar a alguna plaza por la zona. Lo pasamos muy bien en el pueblo, sobre todo en verano, vamos a la piscina, a las terrazas, de verbenas. Ahora creo que mucha gente quiere venirse, sobre todo después de todo esto.”

De forma parecida, pero con matices diferentes, encuentran el disfrute de la vida que les ofrece el pueblo a cada una. Al final, las historias no son más que esto, distintas formas de contarse la realidad a uno mismo.