“Me gusta el proyecto en
el que trabajo”

Margarita Robles Laguna, psicóloga de Profesión, encontró en Cruz Roja su lugar

    21 jun 2020 / 12:02 H.

    Tarde templada en la villa de Torreperogil. Rodeada de olivares y huertos, fue testigo de innumerables luchas y batallas durante la Edad Media. Dice la leyenda que la torre que sustenta sus raíces señoriales fue destruida y que sus ruinas fueron cubiertas con sal. A pesar de todo, resistieron y resisten en este pueblo sus 7.276 habitantes. Entre ellos está Marisol Romero Vera, de 30 años, dueña de la Academia de Formación Prisma y presidenta de la Asociación de Empresarios de Torreperojil. “Abrí la academia de formación en el año 2011, en plena crisis, cuando todo el mundo estaba cerrando negocios, yo abría la academia. Hice lo que no hace nadie, vivía en Jaén, tenía mi trabajo, mi piso, mi vida hecha allí, y lo dejé todo y me vine al pueblo. Yo siempre he sido una enamorada de este sitio y era mi pasión volver. Me acuerdo cuando estaba en la universidad y todas mis amigas estaban locas por irse de sus pueblos y yo lo que quería era volver al mío. Así que hace unos seis años me vine con mi marido. Él es ingeniero informático y lleva años trabajando con teletrabajo. La cuarentena ni la ha notado” dice entre risas. “En Jaén lo tenía todo, trabajo estable, vivienda, pareja. También es verdad que las facilidades que tenía aquí a la hora de montar el negocio, no la tenía en ningún sitio. Conocía a la gente del pueblo y, además, tenía el local, que era de mi abuelo. Yo le dije a mi padre, te prometo que es para poner una mesa y un ordenador y, al final, tengo 180 metros ocupados. Así que es eso, está el corazón, pero también la facilidad que tenía de conocer a todo el mundo y el apoyo de la familia. Simplemente el hecho de no tener que pagar el alquiler ya es muchísimo. Tenemos cursos de todo tipo, sobre todo estamos muy encaminados al sector agropecuario. Al principio me decían que estaba loca, que eran demasiados cursos, que no había gente en el pueblo para tanto. Pero claro, también nos movemos y montamos cursos en muchos pueblos. Cuando empezó la crisis sanitaria creamos un aula virtual en tiempo récord. Todo el mundo estaba trabajando desde casa, y la verdad es que es bastante cómodo. Llevamos un mes funcionando así y no he tenido que hacer ERTE. El jueves, día 12 de abril, tuvimos una reunión con todos los trabajadores y les dije que yo quería mantener el barquito a flote y entre todos lo hemos conseguido. Eso sí, en el sector de la educación virtual tienes que ser muy competitivo porque ya la competencia es inmensa y tienes que trabajar mucho para tener una buena posición. Al final hemos conseguido, entre todos, mantenernos a flote.” Proteger a la tripulación y cuidar de ella, de forma virtual o presencial, es la mejor manera de afrontar las crisis.

    Úbeda es la capital de la comarca de La Loma. Los datos estadísticos indican que no ha sufrido la despoblación que el resto de las localidades hermanas. Aquí, en unos de sus innumerables rincones, me encuentro con Margarita Robles Laguna, de 28 años. “Estudié Psicología en Jaén y acabé la carrera en 2015 y ya decidí matricularme en la Escuela de Terapia Gestalt, Nahual. Me la recomendó una compañera que estuvo haciendo las prácticas allí y le gustó mucho y, claro, yo empecé a estudiar las oposiciones, pero era estar todo el día metida en casa y ya ahí decidí seguir mi camino con Gestalt y la verdad es que me gustó mucho. Y ahora puedo aplicarlo a mi trabajo diario, a los voluntarios que quieren recibir algún tipo de formación o algo. Luego hice un máster de Psicología General Sanitaria en Castellón hasta el año pasado. Fue muy interesante la verdad. Al acabar el máster, me volví a Úbeda porque no tenía dinero y Castellón quizás me habría ofrecido una oportunidad de trabajo pero no con un gran sueldo. Pero por ese dinero no me compensaba y entonces decidí venirme aquí. Lo bueno de Úbeda es que es una mezcla entre el pueblo y la ciudad. El domingo por la mañana estaba dando un paseo y pensaba en lo bonito que es realmente. A mi trabajo llego andando en diez o quince minutos. Trabajo por las mañanas y luego tengo toda la tarde para mí, eso está genial. Además tengo espacio para tener a mis dos perros y a mi gata en casa, y tiempo para disfrutar de ellos. Trabajo en la Cruz Roja, como técnica de intervención social. Ahora mismo estamos en un proyecto de Inclusión Social y Activación Laboral en zonas desfavorecidas. Con todo esto del coronavirus se ha parado muchísimo y estamos retomando ahora con la gente. Empezamos con entrevistas ocupacionales y vamos a comenzar a meter motivación hacia el empleo, talleres de autoestima, hacer curriculums. Con la crisis sanitaria se paró prácticamente todo porque nosotros recibimos derivaciones de servicios sociales y ellos estaban volcados en las ayudas que se estaban dando a causa de la pandemia. Y claro, la Cruz Roja también se ha centrado en eso. La verdad es que me gusta mucho el proyecto y estoy muy entusiasmada con el trabajo.” El hogar es el lugar donde te esperan ansiosos tus perros y un poco menos tu gata, dónde sientes que el esfuerzo de años empieza a dar sus frutos y la sonrisa se te escapa sin que haya armaduras que puedan sujetarla. Casa es estar en compañía de gente que, como Marga, te acogen en segundos que se convierten en vidas.