Mártir de nuestros días

La líder indígena del pueblo Lenca, Berta Cáceres, fue asesinada en la madrugada del 3 de marzo mientras dormía. Firme defensora de los derechos humanos y del medio ambiente, su muerte aún sigue impune

    29 may 2016 / 11:16 H.

    Berta era una defensora de los derechos humanos. Una líder indígena del pueblo Lenca, un grupo étnico mesoamericano con idioma propio situado en territorios de Honduras y El Salvador desde antes de la llegada de Colón. Berta era el 28 de octubre de 2014, una de las participantes principales en el encuentro mundial de los Movimientos Populares en el Vaticano, cuando el Papa Francisco pronunció el célebre discurso de las tres T : Tierra, Techo y Trabajo. Una de las fundadoras —en 1993— del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), una organización social, política, de carácter altruista con marcado acento indigenista, amplia, solidaria y unitaria de la zona sur-occidental de Honduras... Berta era... Porque Berta Cáceres fue asesinada brutalmente antes de cumplir los 44 años, en su casa, en La Esperanza, en la madrugada del 3 de marzo de 2016, por un grupo de matones comprados que entró en su vivienda a media noche, mientras Berta dormía. Nada protegió a Cáceres. Ni su “perfil alto” internacional, ni las medidas cautelares de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), ni el esperable impacto mediático y sobre la imagen del país que podría tener su muerte... Nada.

    “Las autoridades del Estado no ofrecieron ninguna protección a Berta, como había pedido la Comisión Interamericana para los Derechos Humanos, no investigaron sobre las amenazas, ni sobre las molestias en su contra por parte de la policía, de los militares y de los paramilitares. Agudizaron su vulnerabilidad criminalizándola mediante procedimientos ilegales, sin respetar el derecho del pueblo lenca de ser consultado sobre cualquier proyecto realizado en sus territorios”. Declararon los jesuitas desde Radio Progreso. Una de sus luchas más destacadas fue contra la invasión del río Blanco por la construcción de la represa de Agua Zarca. Organizando al pueblo lenca, en su lucha contra la construcción que estaba prevista en el noroeste del país en el Río Gualcarque. La lucha emprendida por Cáceres logró que la compañía de propiedad estatal china Sinohydro, la constructora más grande de represas a nivel mundial, retirara su participación en el proyecto hidroeléctrico. Ese río sagrado para las comunidades indígenas y vital para su supervivencia con el que Berta dialogaba: “Cuando iniciamos la lucha contra Agua Zarca yo sabía lo duro que iba a ser, pero sabía que íbamos a triunfar; me lo dijo el río”. Así narraba su experiencia vital cuando ella se introducía en sus aguas para empaparse del espíritu de lucha. Esa lucha que la ha identificado como luchadora paradigmática de lo que el papa Francisco ha llamado la ecología integral: “Hoy constatamos que esta tierra maltratada y saqueada clama”, leemos en el número 2 de la “Laudato sí”. “Y sus gemidos se unen a los de todos los abandonados del mundo, a los descartados por la sociedad”, desde las organizaciones ciudadanas y populares.

    Esta mujer hondureña que creció influenciada por las historias de los horrores de la guerra interna en El Salvador, país vecino y que vivió acompañando a su madre a las visitas a los campos de refugiados para miles de salvadoreños que transitaron y se asentaron por la zona, en la década de los 80. Doña Berta, la madre, era una diputada que luchaba en contra del servicio militar obligatorio. Y también partera. Luchadora por la vida, la de su tierra y la de sus hermanos empobrecidos. De ella nació Berta Cáceres, enésimo ejemplo de uno de los martirios menos visibles en el mundo de hoy: el de los activistas que, principalmente dentro de las comunidades indígenas, luchan por los valores que afirmó Francisco en la encíclica “Laudato si’”. La de la Ecología integral, que vincula indisolublemente la defensa del medioambiente y la justicia social; entre el cuidado amoroso y justo de la creación y el cuidado amoroso y justo del hermano.

    un crimen sin aclarar
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    En Honduras se sigue pidiendo justicia para esclarecer la muerte de Berta, asesinada el 3 de marzo de este año. Ella se fue, pero su sangre, como la de los mártires, será germen de nuevos líderes y lideresas que luchen por la Casa Común.

    el “novel verde”
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    Un año antes de su asesinato, Berta recibió el Premio Medioambiental Goldman, considerado como el “Novel Verde”, el máximo reconocimiento mundial para activistas en defensa del medioambiente.

    doña berta, la partera
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    “Crecí en un hogar dirigido solo por mi mamá y desde temprano ella trabajó en defensa de los derechos humanos”. Su madre, doña Berta, fue partera, enfermera y alcaldesa, una mujer que en la peor época de la represión de los 80 se dedicó a atender la salud de las refugiadas salvadoreñas.

    con el papa francisco
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    Berta Cáceres tuvo oportunidad de conocer al Papa Francisco en persona en el año 2014, junto con otros líderes campesinos.