Las cantiñas, arte de Cádiz

19 jun 2016 / 11:10 H.

Con el nombre genérico de cantiñas nos referimos a una serie de cantes propios de la provincia de Cádiz que van al compás de amalgama igual que las soleares y otros muchos palos basados en este compás. Cuando decimos cantiñas de Cádiz, nos referimos a su provincia y de manera muy especial a Jerez, Los Puertos y Sanlúcar; aunque se conozcan dos cantiñas creadas fuera de este territorio, una, de la que ya hemos hablado en el artículo dedicado a las Alegrías, que son las cantiñas o alegrías de Córdoba y otras creadas en Utrera y que se conocen con el nombre de cantiñas del Pinini.

Para ser exactos, en este apartado entran también las alegrías, los caracoles, las romeras y el mirabras, palos a los que haremos referencia cuando lleguemos a sus letras iniciales. Hoy vamos a tratar de las cantiñas de las Mirris, de las que solamente “se sabe”, aunque sería mejor escribir, “se supone” que las Mirris eran dos hermanas que con bastante frecuencia recorrían el camino que va de Sanlúcar a El Puerto de Santa María para visitar y, posiblemente, llevar comida, a algún familiar que se encontraba en el penal del Puerto.

De ser esto cierto, yo no tengo argumentos para afirmarlo categóricamente o para negarlo rotundamente, esto ocurría en el siglo XIX y lo que se conoce de esta cantiña es una letra que dice así: “Desde Sanlúcar al Puerto/ hay un carril/ que lo habían hecho las Mirris/ de ir y venir/ la Mirri chica/ la Mirri grande/ estaban hechas / de azúcar candé”.

La letra se completa con un estribillo, llamado “juguetillo” que comparte también con las alegrías:

“Qué es lo que suena/ los presidiarios,/ los presidiaros / con sus cadenas”. “La Mirri chica y la Mirri grande/ están hechas de azúcar candé.// Por el castillo/ las Mirris baja/ en zagalejillo.”

Como me imagino que ustedes no caen en la cuenta de lo que es un “zagalejillo” pues aquí me tienen ustedes para aclararlo. Un zagalejo es un refajo o saya que usaban las muchachas jóvenes y que dicho cariñosamente se convierte en zagalejillo.

Hay que tener en cuenta que si hablamos de diferentes cantiñas, no nos referimos solamente a diferentes letras, sino que cada una de ellas se interpretan con una musicalidad diferente, pero sin salirse del compás que les es propio, 6/8.

Otra cantiña es la denominada Cantiña de La Rosa, o Rosas por alegrías y se atribuye al Sanluqueño cantaor José Vargas Serrano “ Bochoque “ de quien se dice que era sobrino del Tío Frasco, pero esto es algo que dejo para que ustedes lo investiguen y si se enteran a ciencia cierta que es así, les ruego me lo comuniquen.

Para unos la letra que da nombre a este palo dice así:

“Ayudarme caballeros/ a dibujar esta rosa/ que tengo luto y no puedo/ dibujarla tan hermosa”.

Una de las cantiñas más conocidas es la de la contrabandista, cuya composición es la siguiente:

“Yo soy la contrabandista/ que meto tanto ruio,/ yo me voy con mi marío/ a la plaza de Gibraltar/ y si me tiran al resguardo/o me meto en el zipizape/ tiro mi jaca al escape/ y me voy por donde he venío./ Tengo los zapatos rotos/ de subir a la monterana/ y nunca veo de vení/ al correo de La Habana./ Como eres bonita estás presumiendo/ y mi corazoncito /está padeciendo”.

Como es de comprender, “un oficio” tan habitual por esos pagos, no podía ser por menos que le hicieran una cantiña propia. No hay que ser muy conocido sobre este tema pues es “vox pópuli” eso del trapicheo del tabaco entre Gibraltar y la Línea.

Desde fuera del territorio tradicional de las Cantiñas si hizo famosa la forma de cantar de Fernando Peña Soto, abuelo de Fernanda y Bernarda de Utrera, y tío de El Lebrijano. Su nombre artístico era “El Pinini” y nació en Utrera en el siglo XIX El recuerdo que se tiene de él es que era un excelente intérprete de los cantes festeros y como creador de unas personales cantiñas. También se sabe que era “un buen aficionado al vino” y que casi todos los días llegaba a su casa haciendo eses, cantado, o mejor dicho, cantiñeando y que los chavales del barrio lo esperaban a diario pues al “El Pinini” le encantaban los chavales y entre tambaleo y tambaleo, se echaba mano al bolsillo y les tiraba a los chavales monedas para que compraran chucherías.

He aquí las famosas cantiñas de El Pinini: “Hospitalito del Rey,/ donde están los colegiales,/ al toque de la oración/ unos entran y otros salen.// La Simoncita tiene un Simón,/ la Simoncita ya se casó”.

Las cantiñas fueron motivo de lucimiento de las grandes bailaroras de la época, como fueron La Macarrona y La Mejorana. Cuentan de esta última que se cantaba ella misma las cantiñas con que acompañaba su baile. Entre otras, se le atribuyen las siguientes:

“Asómate puñal dorado/ y ponte en las cuatro esquinas/ dame de puñaladas/ y no digas que me olvidas.// En el aire que llevas/ cuando vas navegando/ el papel de mi cola/ me lo vas apagando.// Yo tiré un limón por alto/por ver si coloreaba/ subió verde y bajó verde/ y las fatigas me ahogaban.// Yo soy blanca y te diré la causa de estar morena:/ que estoy adorando al sol/ y con sus rayos me quema”. Y la próxima semana, nueva entrega siguiendo el orden alfabético.