La vida es bella

05 abr 2020 / 11:23 H.

Me pongo ante el ordenador para pergeñar estas líneas, metidos ya en la primera prórroga —y deseamos que última— de la confinación, seguida aquí, en casa, a rajatabla para cumplir el Real Decreto a la búsqueda de reducir hasta su eliminación la pandemia que sufrimos y los graves perjuicios de todo tipo que trae consigo, donde lo más sensible —y nos llena de dolor— son las vidas humanas que se lleva en su mortal camino, algunas muy cercanas y queridas. Pese a todo, quiero lanzar un mensaje de esperanza aunque reconozco lo difícil que resulta pues las circunstancias son las que son: un panorama oscuro, desolador, y con negras perspectivas a la hora de mirar al futuro. Sin embargo, ahora más que nunca hay que estar con Miguel Hernández para pedirle a toda Jaén que, cuando elimine este traidor coronavirus y llegue la hora de la vuelta a la normalidad, se levante brava sobre sus piedras lunares para encarar la necesaria recuperación, oponiéndose con éxito a tanto desequilibrio y obstáculos económicos y sociales que sin duda aparecerán.

Una veintena de reclusos del módulo cinco del Centro Penitenciario “Jaén II”, con el doble confinamiento que para ellos supone, han escrito de su puño y letra en estas páginas mensajes a todos los ciudadanos, consejos para hacer más llevadero el aislamiento al que estamos forzados. No dudamos de su utilidad al venir de quienes conocen en grado extremo la dureza de la reclusión y lo resumo aquí en la corta frase de uno de ellos, Manuel Martos Moral, al sintetizar en dos palabras la mejor manera para que abordemos la situación actual: “Fuerza y paciencia”. Una fuerza que puede estar en los múltiples ejemplos de solidaridad repetidos por la geografía más lejana con fiel reflejo en nuestra provincia jiennense, imposible de detallar al completo en la limitación que nos impone un artículo, pero diariamente nos ofrece este periódico JAÉN, en un extraordinario esfuerzo para no perder el contacto con sus lectores, pese a las grandes dificultades que afrontan los medios de comunicación escritos a la hora de acudir puntualmente a su cita en los quioscos y darnos noticia de cuanto sucede en nuestro entorno más cercano. Pongamos como botón de muestra el de las costureras de Guarromán en su tarea de hacer batas y uniformes para la legión de profesionales de la sanidad que de forma abnegada hacen frente, y no siempre con las debidas armas de defensa, a la avalancha de enfermos afectados por el “bicho” que se suman a las incidencias habituales del día a día, por lo que en muchos casos sus integrantes son auténticos kamikazes.

Y si a nivel nacional destacan los gestos de Nadal, Gasol, Amancio Prada y un largo etcétera de gente con “posibles” para ayudar a la causa con importantes cantidades económicas, no menos importante son los rasgos de generosidad de tantas personas anónimas o los políticos provinciales que donan sus en muchas ocasiones magras asignaciones mensuales para apoyar esta lucha y formar esa “tropa” que Manuela Rosa titula atinadamente como “La batalla municipal”, hasta llegar a los alcaldes que autorizan a salir al “Ratoncito Pérez” aunque, eso sí, de noche y debidamente protegido, para “cumplir” con el regalo para aquellos niños que hayan perdido un diente, un detalle anecdótico ante tanta tragedia pero muy significativo para ayudarnos a sostener la lucha necesaria en esta pelea sin cuartel contra la pandemia.

Así van pasando los días, entre los vaivenes positivos o negativos de los datos oficiales, acostumbrados ya a las comparecencias televisivas de nuestros gobernantes y esa jerga que nos hace saber tanto de protocolos y picos que suben y bajan, mezclados con los bulos de todo tipo que vomitan las redes sociales, muchos de ellos sin fundamento alguno aunque compensados en parte por aquellos otros que con su sentido del humor más sano dan alivio a nuestra maltrecha moral ante tantas noticias adversas. A la par, quizá por aquello de que no hay mal que por bien no venga, esta reclusión forzosa en casa nos sirve para poner al día las cosas que ibas posponiendo, como leer durante un buen rato los últimos libros pendientes de meterle mano, apilados en los estantes, en mi caso regalados casi todos por nuestras tres nueras, Mari Carmen, Carmen y Begoña, las tres hijas que no tuvimos y ellas compensan con creces. La lectura de Diario JAÉN va combinada con la radio y la televisión para que cuando quieras acordar taches en el almanaque —como hacíamos en la “mili” para quitar un día a la fecha de licenciatura— otra jornada más en la esperanza de que sea otra menos en la ansiada vuelta a la normalidad.

Por lo demás, pocas cosas que añadir. De la intendencia exterior se ocupa nuestro hijo Rubén, debidamente pertrechado de mascarilla y guantes; Gilberto y Germán siguen en sus trabajos del periódico y hospital, respectivamente, mientras Conchita alterna las mal llamadas labores propias de su sexo con la lectura y los “guasás” que intercambia de vez en cuando y así sabemos de nuestros cuatro nietos, Jorge, Paula, Sofía y Fermín, el resto de familia y amistades con la preocupación lógica por la situación, acrecentada en nuestro caso al tener dos hijas y un hijo trabajando en centros sanitarios.

Entretanto, recordemos con una sonrisa en los labios esa tierna lección que nos dio Roberto Benigni en su inolvidable película “La vida es bella”. Vaya si lo es. Un fuerte abrazo para todos.