El lince tiene su DNI

Las manchas del felino sirven a los expertos para distinguirlos y determinar la población aproximada de la especie. Las grandes y espaciadas caracterizan a los ejemplares de Doñana de los de Sierra Morena, mas pequeñas y agrupadas

    17 ene 2016 / 10:43 H.

    Las fiestas de San Antón nacieron en época medieval y tenían por objeto cuidar de forma colectiva a los animales que de manera cotidiana vivían en las calles y plazas. Con este antiguo espíritu de amor a los animales, de su cuidado y de la mejora de sus derechos, la organización ecologista WWWEspaña está inmersa, durante todo este fin de semana, en una gran fiesta pensada por y para los animales. Especial protagonismo cobra el lince ibérico, santo y seña de las especies protegidas es espacios naturales como Sierra Morena. A través de un taller práctico, pretenden que la ciudadanía aprenda a seguir las huellas del lince ibérico sobre el terreno. La forma más sencilla es mediante sus “marcas identificadoras”. Porque puede que muchos desconozcan que las manchas que presenta en el pelaje este felino en realidad son su huella dactilar, su documento de identificación. Y es que, en función de la “mota”, como se le denomina, se puede saber su procedencia.

    El moteado del pelaje del lince ibérico es lo que proporciona al felino en peligro de extinción su capacidad de camuflarse con el espacio. Los claros-oscuros tan característicos de este animal, que buscan mimetizarse con el matorral por el que se mueve. Las variedades se dividen en tres categorías, “mota gruesa”, “intermedia” y “mota fina”. Aunque todos los fenotipos han estado, a lo largo de la historia, presentes en todas las poblaciones, en el Parque Natural de Doñana, en Sevilla, han existido ejemplares solo de mota gruesa desde los años 60 del siglo pasado. Sin embargo, la mayor variabilidad genética conservada en la población de Sierra Morena ha permitido la presencia actual de individuos con todos tipos de capa, según los datos aportados por el programa Iberlince. Sin embargo, se puede decir que las grandes y espaciadas manchas en su piel, distinguen a los linces de Doñana de los de Sierra Morena que las tienen sensiblemente mas pequeñas y agrupadas.

    No fue hasta 2007 cuando se trasladó un individuo de Andújar a Doñana-Aljarafe para el reforzamiento genético de esta población, y en primavera de 2008 se pudieron ver en la población receptora los primeros cachorros de mota intermedia nativos fruto de la mezcla de los genes.

    De esta manera, las motas, sobre todo las de los flancos, sirven a los expertos para distinguirlos y determinar así la población aproximada de la especie, una vez auto impresionados por trampas fotográficas distribuidas en diversos enclaves.

    Pero las manchas del pelaje no son la única huella que identifica al felino. Sus características más llamativas son las ya descritas como generales de los linces: pinceles, barbas y cola corta con un borlón negro apical. A estas se le han de sumar las propias de los felinos como, por ejemplo, los ojos, que le dan precisión en la medición de distancias propia de cazadores de cortas distancias; grandes globos oculares que le permiten ver en condiciones de baja luminosidad; orejas hirsutas y triangulares, antesala de un oído capaz de detectar el discreto caminar de las patas insonorizadas por pelos de los conejos; manos grandes, útiles para apresar con firmeza sus presas y con aguzadas uñas para impedir su escapatoria (que se mantienen siempre afiladas por ser retráctiles). El peso medio ronda los 12,5 kilos, pero hay diferencias entre machos y hembras —con desviaciones respecto de la media de hasta 3 kilos para cada sexo—. Su longitud media de unos 80 centímetros y su altura en la cruz de uso 45, lo que de dan un aspecto grácil.

    Lince ibérico (Lynx pardinus)
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    El lince ibérico, evolutivamente forma parte de la línea de los grandes carnívoros, de los que se separa hace tres o cuatro millones de años. Esta especie amenazada únicamente vive en la península Ibérica donde, según los últimos censos, hay más 320 ejemplares repartidos en Doñana, su entorno y la población de Sierra Morena repartida en tres núcleos Andújar-Cardeña (Jaén-Córdoba), a los que habría que añadir las recientes poblaciones de Guadalmellato (Córdoba) y Guarrizas.