El Convento de Carmelitas Descalzos (I)

04 sep 2016 / 11:36 H.

Ese fue el título de Ingreso en el Instituto de Estudios Giennenses de un ilustre investigador, Rafael Roldán Guerrero, General de Farmacia Militar que, en solemne acto celebrado en la Diputación Provincial, fue admitido a consejero del Instituto de Estudios Giennenses, en 1954, según consta en el Boletín del Instituto de Estudios Giennenses (año I, número 2), meses de enero a junio, en cuyas páginas 15 a 66 incluye ese discurso.

Nos vamos a referir a “La fundación del Covento”, aunque aportemos otros datos diversos que nos hagan recordar la biografía de San Juan de la Cruz, así como el paso del fraile carmelita por las tierras de Sierra Mágina y nos apoyaremos en publicaciones que se deben, entre otras personas, a Martín Jiménez Cobo y Antonio Fernández Ramírez, paisanos nuestros, y a Martín Santiago Fernández Hidalgo, párroco de Bélmez de la Moraleda, quienes, respectivamente, tratan el tema de “San Juan de la Cruz en el VI Centenario de la Fundación del Convento de Carmelitas Descalzos de Mancha Real” y “San Juan de la Cruz, viajero por Sierra Mágina”.

Se llamaba Juan de Yepes Álvarez, nacido en el seno de una familia hidalga empobrecida. Junto con Santa Teresa, inició “La reforma de la Orden de Carmelita”. Cuando tenía 25 años lo inició en Duruelo, estuvo en Mancera, Alcalá de Henares, Ávila, incluso por intrigas de los Carmelitas Descalzos, fue preso en un Convento en Toledo, escapó y se refugió en Almodóvar. Fue después vicario provincial de Andalucía. Su viaje a América se frustró al llegarle la muerte en la Ciudad de los Cerros. Ninguno de sus escritos fue publicado en vida del autor, quizás por temor a que fuera tildado de “iluminista” y, 20 años después de su muerte, aparecieron tres obras capitales: “Subida al monte Carmelo”, “Noche oscura del alma” y “Llama de amor viva”. No debemos olvidar su “Cántico Espiritual”, publicado en Bruselas en 1627. Fue canonizado en 1726 y proclamado Doctor de la Iglesia en 1926. Su fiesta se celebra el 14 de diciembre.

Martín Santiago Fernández Hidalgo nos cuenta que, por el año 1582, atraviesa San Juan de la Cruz las tierras de Sierra Mágina, pernoctando en Bélmez de la Moraleda o la Moraleda de Bélmez, como por el siglo XVI se le conocía. Fue el 16 de un frío mes de enero cuando un reducido grupo de frailes y monjas van camino de Granada para fundar allí un convento y, tras pernoctar en Bélmez y haber estado en Beas de Segura y Torreperogil, fueron por Úbeda, Baeza, Iznalloz... Sigue indicando Martín Santiago Fernández que Juan de la Cruz volvió a atravesar tierras de Sierra Mágina en el año 1586 para fundar el Convento de la Manchuela, donde firmó las escrituras con el Arcediano Juan de Ocón, ante don Diego de Aranda, escribano. Según se asegura, el padre Juan no admite las grandes extensiones de hacienda que se le ofrecen y se contenta con unos olivares próximos a lo que ha de ser el Convento, y el 12 de octubre se pone el Santísimo en la nueva casa, entre danzas, música y ramos. Dice la misa Juan de Ocón y asisten un diácono y un subdiácono, Juan de la Cruz y un sobrino del Arcediano, predicando el prior de Córdoba, fray Agustín de los Reyes, nombrándose vicario de la nueva casa el Padre Eliseo de los Mártires, según el relato escrito por el padre Crisógono.