Benenson: el hombre que soñó un mundo mejor

En 1961 nacía Amnistía Internacional, de la mano de un hombre convencido del poder de los individuos para luchar contra las injusticias, Peter Berenson

20 feb 2016 / 19:38 H.

Amnistía Internacional nació del sueño de un hombre en mayo de 1961. Peter Benenson fue un abogado ingles de ascendencia judía, que se convirtió al catolicismo en la década de los cincuenta. Se formó en Eton College —donde conoció el catolicismo y se hizó socialista— y en la Universidad de Oxford.

Con 15 años leyó “El testamento español” de Arthur Koestler quedando fuertemente impresionado. Con 16 años ya era activista y organizó una campaña de ayuda a los huérfanos refugiados de la Guerra Civil Española. Más tarde trabajo a favor de los judíos que huían de la Alemania nazi trayendo dos jóvenes judíos de Alemania a Inglaterra. En 1950 los sindicatos ingleses le envían a España como observador de un juicio a sindicalistas. Indignado, presentó una lista de quejas al juez del caso, sorprendentemente con éxito. En 1957 creó la asociación Justice dedicada a los derechos humanos.

Con su conversión al catolicismo deja de creer en la política como solución. Llegó a la idea de que solo el poder de los individuos puede cambiar el mundo.

De ahí saldría su idea básica: animar a la gente corriente de todo el mundo a escribir cartas a las autoridades, a favor de presos en situaciones en que no se respetan los derechos humanos. Se indignó al leer que, en Portugal entonces una dictadura, habían detenido y sentenciado a 7 años de prisión a dos estudiantes por brindar por la libertad. El 28 de mayo de 1961 se publicó bajo el título “Los presos olvidados” un artículo que instaba escribir cartas expresando su apoyo a los estudiantes con el fin de conseguir la excarcelación de los reclusos, a los que denominó “presos de conciencia”: personas encarceladas por sus convicciones políticas, religiosas u otros motivos de conciencia, que no han recurrido a la violencia ni propugnado su uso.

Más de un millar de lectores participaron en esta acción. Sin darse cuenta había dado forma a un tipo de activismo de excelentes resultados en la lucha contra la injusticia: la acción de numerosas personas anónimas a favor de otras personas víctimas de violaciones de los derechos humanos. El poder de la gente corriente.

No solo se dedicó a Amnistía. Fue miembro de Pax Christi, el Movimiento Católico Internacional por la Paz, y presidente de la Asociación de Cristianos contra la Tortura.

Hoy AI tiene más de 7 millones de socios en todo el mundo. En 1977 recibió el premio Nobel de la Paz, y un año más tarde la organización fue galardonada con el Premio de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. En 1978 un grupo de activistas fundó Amnistía Internacional España. Su primer presidente fue el sacerdote Manuel Casanoves, que residiendo en Inglaterra había participado en la acción auspiciada por Benenson. Hoy en España hay 78.000 socios y 220 activistas en 120 grupos.

A medida que Amnistía Internacional fue creciendo como movimiento de personas que trabajan por personas amplió su objeto a víctimas de otros abusos de los derechos humanos, como la tortura, las desapariciones forzadas o la pena de muerte, hasta defender en la actualidad la totalidad de los mismos Cuando AI cumplía 25 años, en una ceremonia delante de la iglesia de St Martin’s in the Fields, en Londres, donde meditó antes de crear la organización, encendió una vela.

Sus palabras resuenan hoy en todo el mundo: “La vela arde no por nosotros sino por todos aquellos que no hemos podido rescatar de las prisiones, los que recibieron un tiro camino de la cárcel, los torturados, los secuestrados, los desaparecidos. Por ellos es la vela”. La vela que ilumina la oscuridad para hacer visible la injusticia.