Aquel invierno siberiano

Se cumplen ahora 125 años de la gran ola de frío de la temporada 1890-91, que en Jaén dejó una mínima de 8,5 grados bajo cero y que causó la muerte de una persona. Hasta 2005 no se volvieron a registrar temperaturas tan bajas

24 ene 2016 / 10:30 H.

Hace 125 años, en el mes de enero de 1891, España estaba inmersa en una frenética actividad política. El 1 de febrero se celebraron elecciones generales, las primeras que se convocado en la Restauración mediante sufragio universal, masculino. Provocó que las campañas experimentaran una gran transformación. De hecho, fue cuando los partidos políticos se vieron obligados a movilizar a sus bases por todos los territorios y a crear los mítines tal y como se entienden hoy en día. Eran tiempos de cambio de los que hoy nadie se acuerda, a no ser por los libros de historia y por los apuntes que se guardan en un cajón o en la base de datos de un ordenador. Los mismos que atesora José Ángel Núñez Mora, de la delegación de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en la Comunidad Valenciana y que ha editado un estudio “El invierno que congeló Europa: 125 años de la gran ola de frío del año 1890-91”. Aunque pueda parecer que queda muy lejos del mar de olivos, nada de eso. Porque la capital fue protagonista de ese enero en el que los periódicos de la época no eran muy dados a prestar atención a los fenómenos meteorológicos, pero tuvieron que rendirse a la evidencia.

Y es que pocos recordarán que en aquel extraordinario invierno, la capital del Santo Reino contabilizó su temperatura mínima histórica, independientemente de los sistemas de medición de los que disponían en aquellos tiempos. Apenas cuatro años atrás se había creado el Instituto Central Meteorológico, que tuvo su prueba de fuego con esta gran ola de frío. “Desde luego. esos 8,5 grados bajo cero debieron ser algo excepcional y puede que no medidos de manera estándar”, reconoce el delegado de la Aemet Andalucía, Ceuta y Melilla, Luis Fernando López Cotín. La ola de frío de enero de 1891 fue la fase final de un invierno extraordinariamente riguroso que ya comenzó a sentirse dos meses antes, el 26 de noviembre de 1890, cuando llegaron a registrar, en Madrid, menos 12,5 grados, la temperatura más baja medida en la capital, según los archivos del meteorólogo valenciano.

La mínima de ese año se la llevó Soria, con menos 19,2 grados. Los 8,5 bajo cero de Jaén capital se situaron en el puesto décimo quinto de una clasificación de las 30 grandes ciudades que “se congelaron”. En el caso de la tierra olivarera, el episodio de frío polar fue un tanto trágico. “Ya hemos perdido la cuenta de las víctimas que este implacable frío ha ocasionado en la provincia. Hoy nos escriben de Albuñuelas que un pobre viejo que volvía de recoger una carga de leña para calentar a sus nietos, quedó helado y muerto, con el haz de leña sobre los hombros, en medio del camino. Un periódico de Jaén aseguraba que el conductor de la correspondencia entre Alcaudete y una población cercana, había sido hallado muerto y víctima del intenso frío que se deja sentir”, relata el estudio publicado por José Ángel Núñez Mora.

Desde entonces no se ha vuelto a registrar un invierno como aquel; solo en la ola de frío de febrero de 1956 se registraron temperaturas similares a las de enero 1891, pero la ola de frío de 1956 no tuvo la duración de la del invierno de 1890-1891, ya que mientras éste se prolongó con ligeros altos y bajos durante dos meses, con dos mínimos muy acusados, uno alrededor del día 29 de noviembre de 1890, y el otro en los días próximos al 18 de enero de 1891, la ola de frío de 1956 tuvo una duración de dos semanas en el mes de febrero, y el resto del invierno —diciembre de 1955 y enero de 1956—, resultó cálido o muy cálido. De hecho, muy similar al que vive Jaén en estos momentos.

Que ningún lector se asuste ni se lleve las manos a la cabeza porque, lo cierto y verdad, es que temperaturas tan extremas no se suelen viven en Jaén capital. De hecho, hay que remontarse a 114 años después, a 2005 para ver unos datos similares a aquellos menos 8,5 grados. En este caso, el observatorio jiennense registró 7,5 grados bajo cero. Fue el 27 de enero, un día en que la capital del Santo Reino volvió a vestirse de blanco. Aquella jornada, cientos de personas no pudieron llegar a tiempo al trabajo a causa del hielo, que dejó a casi cuatro mil niños sin clases. Fue tal el caos que el Ayuntamiento de Jaén intentó deshacer el hielo acumulado en las calles con diez mil kilos de sal. Un total de 76 asistencias por caídas y accidentes de tráfico leves atendidas en el Hospital Neurotraumatológico.

Cinco años después, a principios de enero de 2010, se produjo otra “gran nevada”. Una masa de aire frío hizo que el agua tuviera forma de nieve, y si las nubes hubiesen llegado por la noche, simplemente se registrarían precipitaciones, pero no fue así. La capital atardeció con un gran manto blanco que impresionó a más de uno. El acceso al Castillo de Santa Catalina se mantuvo cortado durante, al menos, una hora, hasta que llegó la máquina quitanieves, y liberó a decenas de coches que permanecieron atrapados. Del mismo modo, hubo gran dificultad para circular por Jabalcuz por placas de hielo. Pero si hay un episodio que pocos olvidarán, por singular y poco habitual, ese fue el del año 2001, cuando el invierno cayó en mayo. La nieve cuajó por encima de los mil seiscientos metros, es decir, en casi todas las sierras de la provincia de Jaén. Sin duda alguna, la imagen que ofrecen algunas montañas no era propia del mes de las flores por antonomasia. Un capítulo que a ven seguro entrará en otro de los estudios que, de tanto en tanto, hace público la Aemet.

La provincia está inmersa en un clima “atípico”
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Son muchos los jiennenses que comentan en sus casas con los familiares o en las tertulias con amigos, que este invierno no es del todo normal, y no les falta razón. El delegado de la AEMET en Andalucía, Ceuta y Melilla, Luis Fernando López Cotín, reconoce que así es, que este es un invierno “cálido y seco”. “Las características de los sistemas de presión nos ha dejado bajo las altas presiones durante semanas y prácticamente no ha habido casi ninguna entrada de aire polar continental o antártico que son los que nos dejan temblando”, relata el experto. Además, la previsión apunta a que, excepto casos excepcionales, la tónica de los dos próximos meses, hasta marzo, será del estilo, con temperaturas altas y pocas lluvias.