“Aquel 22 de mayo de 1998 se ha quedado grabado a fuego”

29 may 2016 / 11:16 H.

Parece que fue ayer, pero no. Han pasado dieciocho años desde que te fuiste. Aquel 22 de mayo de 1998 se ha quedado marcado a fuego, y no podré olvidarlo jamás.

Era un viernes por la noche, y yo trabajaba en el bar de la Plaza San Pedro. Habían tres o cuatro clientes, como casi siempre. Estaban Antonio, el padre del “Pera” (DEP), Antonio “el Berza” (DEP), Andrés “el Nevao” y yo.

No recuerdo la hora exacta, pero sí lo que pasó. Mi cuñado, José, entró de repente y, alterado, me dijo: “Emilio, tu hermano se está muerto, está muy malo”.

Lo que me recorrió por el cuerpo en ese momento no podría describirlo con palabras. Los clientes, mientras me observaban el rostro arrasado en lágrimas, intentaban animarme, y ojalá todo hubiese sido un susto como me quisieron hacer creer.

Cuando llegué al consultorio médico podría decir que era una noche tranquila. No así para mí, pues a cada instante acechaba la oscuridad en mis pensamientos. Preguntas incontestables, llantos descontrolados. Y la única luz era imaginaria: Un gran ojo sobre el Monte del Destino, la mirada de la muerte que en aquel momento se me antojaba como Sauron, del Señor de los Anillos.

Y así fue. El velatorio se realizó en casa de mis abuelos maternos, y la noticia se extendió por el pueblo comoel polvo y la arena en que nos convertimos al dejar la vida. Llegaban familiares y amigos todo el tiempo, y en mi memoria sólo hay rostros desolados y hundidos, como el de su amigo Santiago. Incluso Fernando cerró aquel día la discoteca, en señal de duelo.

Todavía no podía creerlo. Las noches y los días se hacían eternos. Y algo de esa incredulidad impregnaba el ambiente el día del entierro. Nadie hablaba. El silencio se apoderaba del mundo. Sólo ante el crepulcro se escucharon gemidos de dolor, la realidad no se podía aplazar. Nuestro amigo “el Granao” (DEP), tapó el nicho entre lágrimas y yo, entre la gente que me rodeaba, me arrodillé a inscribir su nombre y la fecha de fallecimiento.

Sin embargo, las fuerzas me fallaban y tuvo que hacerlo Don Jesús, “el practicante” (DEP). Tras esa escena, la desolación y el llanto volvió a reinar en el camposanto...

En gloria estés, Jaci (”Tutu”, 29/1/70-22/5/98), “Volveremos a vernos, pero aún no, aún no.

(Aclaración del autor: En la frase que dice “Tu hermano se ha muerto, está muy malo” se pretende mostrar la exactitud de las palabras, aunque no tengan sentido).