Zarzuela y dulce venganza
La maldición del corregidor, zarzuela escrita, representada y tocada por jiennenses, se representó ante cerca de trescientas personas en el teatro Infanta Leonor. La obra, que ya fue un éxito en Torredelcampo, empezará una gira por las capitales andaluzas.

Una tragedia romántica, como la que inspirara a Shakespeare para Romeo y Julieta o a José Zorrilla en su Don Juan Tenorio, da comienzo a La maldición del corregidor, zarzuela escrita, compuesta y representada por jiennenses y ambientada en el mar de olivos torrecampeño, en el primer tercio del siglo XIX. Un regidor, enamorado hasta la médula de una jovencísima María, encarnada por la soprano Marta Illescas, no se lo piensa dos veces antes de asesinar a su novio.
La primera escena de la obra está centrada por un ataúd, acompañado con una madre llorosa y allegados que claman venganza con el cante jondo como vehículo. El comienzo sorprendió a los amantes del “género chico”, más acostumbrados a la comedia cantada que a los dramas que raramente salpican estas historias, y nada habituados a que un tablao flamenco tenga cabida en un género marcado por la música de orquesta y que, sin embargo, cuadra dentro del marco atmosférico de la obra. Los cerca de trescientos asistentes pudieron reconocer, tanto en las voces como en el atrezo de la zarzuela, a Torredelcampo, escenario elegido por el autor, Antero Jiménez, para situar los hechos, aunque los enamorados y el corregidor que inspiraron su novela inicial, en realidad habitaron en Mancha Real.
Una voz casi mágica, que pertenece al muerto, Pedro, encarnado por el tenor Daniel Garrido, hace las veces de narrador y desvela el origen del crimen, escenificado sobre las tablas del Nuevo Teatro Infanta Leonor justo después de los momentos más felices de la historia: cuando el noviazgo entre el personaje que representa la brillante Marta Illescas y el de Garrido se hace oficial. Unos vecinos “salerosos” cantan y bailan hasta que, como en una película de Disney, la sombra del malvado corregidor aparece en escena.
La venganza continúa la historia por sí sola, que se adentra en el mundo furtivo de los bandoleros y repasa un importante momento político del pasado de España: las trifulcas entre carlistas y liberales. El tenor Miguel Ángel Ruiz y David Gascón, barítono linarense con una carrera prometedora, contribuyen a elevar el nivel de la composición, que deja la puerta abierta a futuras representaciones cantadas. Fue excelente la participación de la banda de música, elemento fundamental en la narración. Nuria Fernández / Jaén