Vidas nobles en pleno siglo XXI

MANUELA ROSA JAENES
Nobleza obliga significa, desde la antigüedad, el esfuerzo que una persona con título nobiliario se siente en la obligación de realizar en honor de sus antepasados. Ser noble en España ya no es garantía ni para vivir de renta ni para recibir pleitesía por parte de nadie. Es algo así como un honor, aunque, en pleno siglo XXI, todo queda en casa y ya nadie alardea de tan gran reconocimiento histórico. Y poco de verdad queda del rancio dicho “vives mejor que un marqués”.  

    14 jun 2009 / 10:08 H.

    En el Partido Judicial de Jaén, que comprende la capital y varios municipios del entorno, hay registrados veintiún títulos nobiliarios en manos de jiennenses o de personas que tienen una gran vinculación con esta tierra. Y en el resto de la provincia, el número asciende a cincuenta, según los datos facilitados por el estudioso Rafael Cañada Quesada y por el juez José Raúl Calderón Peragón. Son personalidades que, generación tras generación, heredaron el título de Marqués, Conde o Vizconde y que, en la actualidad, lo mantienen en vigor como una señal inequívoca de su pasado. Se trata de jiennenses que pertenecieron a la aristocracia española y que dejaron huella en la tierra en la que nacieron, con históricos palacios y monumentos, muchos de ellos convertidos ya en bloques de pisos o en meros edificios administrativos.
    Especialmente significativo es el caso de la Condesa de Humanes, María Teresa Gómez Sáenz-Messía, la única jiennense que tiene el honor de ser Grande de España. Su lucha en los tribunales sentó cátedra. Logró la modificación de la ley de sucesión de títulos y, en este sentido, que se reconociera a la mujer como heredera en caso de ser la primogénita. Una ley que, en algunos casos, enemistó a familias y que provocó cierta desazón entre la sólida clase aristocrática.
    Otra mujer con historia es su pariente, Teresa Messía Sáenz, marquesa viuda de Blanco Hermoso. Su familia tuvo palacios en las calles Llana y Almendros Aguilar. El título que ostenta su hijo, hoy en día, está muy vinculado con la capital y, en concreto, con Nuestro Padre Jesús. Hasta hace poco, fueron propietarios de la zona de Jabalcuz, que vendieron a cambio de viviendas en el singular paraje. Otro palacio en manos de marqueses es el ubicado en el número doce de la calle Ramón y Cajal, denominado de los Covaleda-Nicuesa. El propietario es Jaime de Bonilla Moreno-Agrela, hermano de José Antonio, el actual Marqués de Bagnuli, que reside en Madrid.    
    otros titulares. La céntrica calle San Clemente se llamaba, no hace mucho tiempo, Prado y Palacio. La denominación procedía del ingeniero y político José del Prado y Palacio, entonces Marqués del Rincón de San Ildefonso, cuya estatua se puede visitar en el Museo Provincial de Jaén. El título está en manos, en la actualidad, de su nieto, José del Prado y Rúspoli, que vive en Madrid, aunque mantiene una estrecha vinculación con la tierra de sus antepasados.
    El Conde de Pozo Ancho del Rey desciende de los Coello de Portugal, que también tuvieron un bello palacio del siglo XIX, durante mucho tiempo, en la calle Martínez Molina, un edificio convertido, hoy, en sede de Telefónica. El actual conde es Joaquín Lloréns Gómez de las Cortinas, un granadino de adopción que visita con asiduidad la capital y Arjonilla, municipio en el que tiene tierras en propiedad. Rafael Cañada Quesada, en un boceto de un estudio sobre los nobles con residencia eventual en Jaén, hace referencia a los Condes de Corbull, título en manos de José Joaquín Rovira Coello de Portugal. Su casa-palacio, situada en la Carrera de Jesús, fue su residencia habitual hasta mediados del siglo XX y, después, se convirtió en la sede de Diario JAEN.
    El Marqués de Cadimo, según el investigador Rafael Cañada, es una distinción relacionada con el linaje del obispo de Troya y obispo auxiliar de Toledo, el jiennense Melchor de Vera y Soria, el fundador del convento de Las Bernardas. Está en manos de Miguel de Almansa y Moreno de Barrera, Vizconde del Castillo de Almansa, que fuera jefe de la Casa Militar de Juan Carlos I. 
    Entre la nobleza destacan nombres ilustres que ya son un trozo de la historia de Jaén. Tal es el caso de Rafael Ortega Sagrista, uno de los investigadores más destacados del panorama intelectual contemporáneo de Jaén. Pertenecía a una familia de profundas raíces jiennenses que descendía de nobles. Al parecer, su abuela era Marquesa de Lendínez, aunque pocos datos históricos se pueden encontrar al respecto. 
    más palacios. En la capital existen reminiscencias de familias nobles en cada rincón del casco antiguo. Los marqueses de Navasequilla residieron en un palacio en la popular calle Ancha, en un edificio en el que, hoy en día, se encuentra el cine Alcázar. Además, los condes de Villardompardo, descendientes de la esposa del Condestable, vivieron encima de los actuales Baños Árabes. Lo mismo ocurrió con el Vizconde de Los Villares, que poseía el palacio en cuyos bajos albergó el bar Conde-Duque, futura sede de la Obra Social de la Caja de Jaén. Por último, la conocida como “Casa del miedo”, en la Plaza de San Bartolomé, perteneció al Conde del Águila y fue su residencia. Sirva como curiosidad que, tiempos atrás, Otíñar, que se conocía como la aldea de Santa Cristina, fue señorío, y La Imora, Baronía.
    Los veintiún títulos nobiliarios que pertenecen al Partido Judicial de Jaén engrandecen una tierra en la que la aristocracia siempre convivió con el pueblo llano de una manera ejemplar. Jiennenses de carne y hueso que, en pleno siglo XXI, se sienten orgullosos de honrar la memoria de sus antepasados.